Salario minino y productividad

Salario minino y productividad

Salario minino y productividad

Antonio Ciriaco Cruz

El salario mínimo es un salario obligatorio establecido en el código de trabajo dominicano. Este busca mantener el nivel de vida de los trabajadores por encima de un umbral de pobreza. Sin embargo, el salario mínimo no ha proporcionado los medios para vivir dignamente.

Nunca en el país, el salario mínimo ha seguido el ritmo de la inflación ni el de la productividad. La idea es sencilla; esperamos que los salarios en general aumenten al ritmo del crecimiento de la productividad. Para que los trabajadores reciban la mejora general de los niveles de vida de la sociedad, el salario mínimo también debe aumentar con la productividad.

Además, si el salario mínimo aumenta al ritmo de la inflación, estaremos garantizando que los trabajadores del salario mínimo compren la misma cantidad de bienes y servicios a lo largo del tiempo; y si aumenta con la productividad, significará que a medida que los trabajadores puedan producir más bienes y servicios por hora, en promedio, también podrán comprar más bienes y servicios a lo largo del tiempo.

La dinámica de los salarios en el país es de rezago permanente. En tiempo de baja inflación los compases de espera hacia el alza de los salarios pueden esperar, pero cuando la inflación es alta, el impacto en el salario de los trabajadores es devastador.

Por eso creo que están dadas las condiciones para que se aumenten los salarios mínimos en la horquilla entre 16 % y 21 %, que cubra la inflación acumulada de los últimos dos años (16 %) y la productividad laboral promedio (5.4 %).
Con esto se mejora la capacidad de compra de los trabajadores; esto se traduce en mayor demanda para la economía y más ventas para las empresas, y por consecuencia impulsará el crecimiento de la economía.

Por el contrario, si este aumento se ve sólo por el lado de los costos empresariales, se estaría obviando que nuestra economía ha crecido mucho en los últimos años. Entonces, alguien se hará la pregunta, ¿y quién se ha quedado con los frutos del crecimiento?