Quién no se ha sentido enojado, con el deseo de romper algo o muy triste y sin deseos de seguir el camino. Sin lugar a dudas han habido momentos de miedo intensos en los que queremos ser niños y meternos debajo de la cama o en la falda de la abuela. Seguro algunas vez te marchaste de algún lugar por sentirte muy incómod@.

Todos hemos vivido emociones y sentimientos que quisiéramos borrar de nuestras vidas, pero la verdad es que cada una de esas emociones nos muestran que ya estamos listos para sanar o superar lo que hay en nuestra vida que produce esas emociones.

Aunque sientas dolor cuando tus emociones afloran, lo cual es más que comprensible, es bueno que asientas a que esas mismas emociones salen para pedirte ayuda, no para lastimarte.

Por ejemplo, el enojo te recuerda que ya no quieres seguir permitiendo la situación que te trae ese sentimiento. Un caso hipotético: un amigo o un familiar te pide prestado, pero nunca paga. Eso te enoja, pero no pones un alto. El enojo es un recordatorio de lo que no quieres seguir haciendo.

Todos hemos sentido miedo, pero hay quienes se mantienen frizados ante el pánico inexplicable. Ese sentimiento es el impulso para descubrir tu verdadero ser interno, el potencial que hay en ti.

Si llevas contigo tristeza, es un recordatorio para que sueltes eso que cargas desde hace mucho tiempo.
No temas a tus emociones y sentimientos; reconócelos y acepta que están ahí como un aliado para reentrenarte y transformarte en esa persona que quieres ser y vivir mejor.

No es fácil hacerlo solo; busca ayuda. Si ya haz tratado diferentes terapias y siguen atrapad@ quizás sea tiempo de tratar las constelaciones familiares.