En la guerra de los chips

En la guerra de los chips

En la guerra de los chips

Federico Alberto Cuello

Corea y Holanda acaban de firmar la primera alianza de los chips jamás concebida.
En visita de Estado a La Haya, el presidente Yoon Suk-yeol y el primer ministro Marc Rutte elevaron el nivel de su relación estratégica para liderar las tecnologías de punta en los sectores críticos del momento: semiconductores y energías renovables para la electricidad y los transportes.

Estos sectores son intensivos en componentes electrónicos, con Corea controlando las memorias, pero compitiendo con Taiwán en los procesadores, y con Japón como otro fuerte contendiente.

Todos utilizan máquinas para “imprimir” chips, usando la tecnología litográfica de rayos ultravioleta extrema, fabricadas por la empresa holandesa ASML.

Los EE. UU., donde todo comenzó, siguen produciendo los diseños más originales. Pero sus empresas de alta tecnología dependen de los chips provenientes de países asiáticos.

El ensamblaje todavía se hace en China, país que sigue extrayendo y refinando la mayoría de los minerales críticos utilizados en la fabricación de chips y también de baterías.

Los países que más seguridad económica tienen en esta fase de la evolución humana son los que dominan una o varias fases de la cadena de suministros de memorias y procesadores.

Dicha seguridad se puso en juego por las severas cuarentenas adoptadas para contener el contagio del COVID y por las restricciones al acceso a minerales críticos, adoptadas de manera coercitiva en perjuicio de Corea y Japón.
De ahí las estrechas alianzas entre Corea, Japón y los EE. UU., por un lado, con países del Indo-Pacífico, beneficiarios del éxodo de fábricas provenientes de China.

De ahí también el “reshoring” de la fabricación de chips (y de baterías) hacia los EE. UU., gracias a las nuevas leyes adoptadas para incentivar la recuperación de la capacidad industrial perdida desde hace décadas.

De ahí, por último, la alianza de Corea y Holanda, calificada por el Presidente Yoon como una “alianza industrial” entre gobiernos, empresas y universidades, para “establecer un centro de investigación y desarrollo en Corea”, para que los estudiantes de posgrado “dominen juntos las tecnologías de punta, y los gobiernos cuenten con canales de comunicación sobre chips”, como dijera en el foro bilateral de negocios de Ámsterdam.

RD reúne condiciones para integrarse más proactivamente a esta cadena de suministro clave para la economía mundial.

Tiene minerales críticos como bauxita, cobre, ferroníquel, “tierras raras” y zinc, con lo cual puede aspirar a ser un suplidor confiable de estas materias primas que debiera industrializar de la mano de empresas coreanas.
Ya exporta dispositivos médicos y electrónicos, siendo capaz de atraer y retener empresas importantes. De hecho, los dispositivos médicos son una rama importante de la electrónica y son el renglón principal de exportación, tanto a Corea como los EE. UU, y la UE.

Ya propuso a Corea una alianza estratégica para la seguridad económica, durante la visita de la Excma. Sra. vicepresidenta Raquel Peña.
Sólo falta la visita de Estado en la cual sellar la alianza, alineándose con el bando que busca la seguridad económica en esta guerra de los chips que no parece terminar.