Daños y pérdidas del cambio climático

Daños y pérdidas del cambio climático

Daños y pérdidas del cambio climático

Federico Alberto Cuello

Para algunos el cambio climático es un invento. Antes de que hubiera seres humanos en el mundo, dicen, ya fluctuaban las temperaturas.

A los que así opinan hay que llevarlos a Algeria, California, Canadá, Chipre, Croacia, España, Hawaii, Italia, Portugal o Túnez cuando arden los bosques por alcanzar temperaturas sin precedentes.
Y también a Brasil, Bulgaria, Congo, Corea, Hong Kong, Paquistán, RD, Rwanda, Turquía o Uganda cuando cae toda el agua de todo un mes en un solo día.

Y, por qué no, bañarlos en el Mediterráneo, cuando hay plaga de medusas, o en el Caribe, cuando ataca el aroma de las algas del sargazo acumuladas en la orilla.

El cambio climático es una realidad indiscutible, provocada por los gases que provocan el efecto invernadero acumulados desde que comenzó la industrialización. Está afectando a países pobres y ricos por igual, causando daños y pérdidas que ninguno puede cubrir por sí mismo.

Desde la cumbre de París del 2015 hay consenso, y algo de financiamiento, para que los países se adapten al cambio climático y mitiguen sus efectos.
La barrera del río Támesis es un ejemplo de adaptación. Contiene mareas y oleadas que si inundaran Londres causarían daños por £275 billones.

Pero la elevación del nivel del mar la dejará obsoleta mas allá del 2030, dejando expuesta a esa milenaria ciudad a futuros daños y cuantiosas pérdidas.
Usar energía renovable para generar electricidad, o para transportar personas y cargamentos, reduce las emisiones contaminantes.

Lamentablemente, adoptar estas tecnologías limpias tomará más tiempo que el requerido para reemplazar totalmente las fuentes convencionales de energía.

Por la guerra de Ucrania, varios países volvieron a usar carbón para reducir la demanda de gas natural ruso, cuyas emisiones de CO2 son inferiores en 60%.

Por su rápido crecimiento, China, la India y RD están invirtiendo en nuevas fuentes de combustibles convencionales, pues todavía no están en condiciones de depender totalmente de las renovables.

De esta forma, continuar usando cada vez más energías convencionales anulará el efecto positivo de mitigar el cambio climático con energías renovables.

Urge así contar con financiamiento adicional para cubrir el costo de los daños y pérdidas, como se discutiera en Egipto en 2022 y como debiera concluirse en la COP28 de Dubai.

A corto plazo, ni la adaptación ni la mitigación serán suficientes para evitar catástrofes como las vividas en Santo Domingo durante el trágico 18.11.2023.

Por ello hay que saludar la creación de una comisión técnica para revisar el estado de la infraestructura.
Es oportuna, también, la asignación de un fondo equivalente al 2% del PIB para cubrir el costo de la mitigación.

La comisión y el fondo creados por el presidente Luis Abinader deben procurar la resiliencia de las infraestructuras, para hacerlas resistentes al cambio climático.

ARUP, la empresa consultora británica, identificó en 2019 las principales zonas en riesgo.
Hora ya de ejecutar las recomendaciones de su informe y de retomar su programa de trabajo interrumpido por las elecciones del 2020.

Sólo así podrá la RD evitar nuevas tragedias, minimizando el costo de futuros daños y pérdidas del cambio climático.



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