Una situacion sobrecogedora

Una situacion sobrecogedora

Una situacion sobrecogedora

Roberto Marcallé Abreu

MANAGUA, Nicaragua. Puede que uno se pregunte, angustiado: ¿qué es lo que ocurre? Entonces observa con sorpresa y desconcierto en las gráficas y los reportajes televisados que se originan en República Dominicana las calles inundadas por verdaderos ríos de agua, las fuertes y agresivas corrientes, centenares de vehículos cubiertos hasta el techo y mucha gente asombrada, desconcertada, aturdida, como sin rumbo ni destino que observa, impotente, qué hacer frente al desconcertante espectáculo de avenidas y elevados desbordados.

Casas inundadas hasta el techo. Edificios cuyos parqueos se han construido en los niveles más bajos irremediable y totalmente anegados.

Desde hace días los aguaceros no se detienen, principalmente en los ámbitos de Santo Domingo, la capital de la República. Las calles y avenidas parecen ríos embravecidos. La gente observa con desconcierto y tribulación esta situación insólita.

Las escaleras del Metro figuran en las fotos y reportajes presenciales sumergidas por ríos de agua que descienden agresivamente por los peldaños.

Los servicios del Metro y de los teleféricos han sido suspendidos. Resulta casi imposible la circulación automotriz. La gente observa impotente y absorta este desbordamiento de la naturaleza, con el desconcierto dibujado en los rostros, en las miradas.

Días atrás una tormenta que devino en ciclón tropical azotó la parte Este de la isla, provocando daños considerables precisamente donde operan principales facilidades turísticas que se ofrecen. La desdicha parece observarnos con ojos retorcidos.

Se trata de una situación que no cesa.

Las autoridades han acudido con premura en respaldo a la población afectada y el proceso de reparación de daños se ha iniciado sin tardanza.

La vaguada que ha azotado de forma implacable la ciudad capital y los daños provocados son verdaderamente pavorosos.

Sin ánimos de estimular el desaliento o la desesperanza, uno percibe que los desafíos de lo imprevisible se suceden de forma ininterrumpida y van a exigir de cada uno de nosotros un esfuerzo extraordinario para superar esta desconcertante avalancha de situaciones inesperadas.

Paralelo a estos hechos es innegable que la ciudadanía se siente atribulada por las denuncias sobre la desaparición inexplicable de decenas de ciudadanos y la ocurrencia de crímenes insólitos.

Horas atrás, por ejemplo, se anunció la desaparición de Luisinky Mojica Capellán. Es como si se lo hubiera tragado la tierra.

También se denunció que Fernando Ramírez, de 60 años, no ha sido localizado desde la mañana del pasado viernes. Su hija, Francis Ramírez, dijo que una cámara de vigilancia lo registró en las inmediaciones de la avenida Nicolás de Ovando. Tras este dato, nada se sabe sobre él.

Ayer sábado, 5 de noviembre, la Defensa Civil informó que continuará la búsqueda de Jochy Polanco, cuyo paradero se desconoce tras las inundaciones del viernes.

El tema de la desaparición de ciudadanos mantiene en un estado de inquietud a la ciudadanía. Hasta el momento no se sabe con certeza qué hay tras estos hechos que se prestan a inquietantes especulaciones.

La cadena de noticias CDN 37 informó hace algunas horas que unas 16 personas han desaparecido últimamente “y esto solo es un subregistro”, por lo que se presume que el número es mayor. Una situación aproximada se registra mes por mes. De acuerdo a las estadísticas recopiladas, esta situación afecta a un promedio mínimo de dos personas por día. Esto es muy grave.

Ante la gravedad general de la situación de las inundaciones el gobierno ha declarado “en estado de emergencia” al gran Santo Domingo. El presidente ha instruido a la superintendencia de seguros a acelerar los procesos de ciudadanos cuyos vehículos hayan sido afectados. La ayuda a los sectores menos favorecidos se despacha sin descanso.

A mi juicio as autoridades deben situar el tema de las desapariciones en las agendas de todos los departamentos de seguridad del Estado Dominicano.

Asimismo, resulta alentador el hecho de que el ejecutivo ha convocado y encabezado reuniones sucesivas con los ministros y directores generales para hacerle frente y darle continuidad a la situación creada por las lluvias incesantes.

El presidente Abinader ha estado recorriendo las zonas de la capital afectadas por los intenso e interminables aguaceros. Se trata de una situación crítica que demanda un esfuerzo extraordinario a todos los niveles y de todos y cada uno de nosotros.