¿Qué hacer?

¿Qué hacer?

¿Qué hacer?

Rafael Chaljub Mejìa

Que el maestro Lenin me dispense por presentar este pequeño escrito con el título de una de las más grandes obras de aquel genio.

Hago la pregunta no con fines de presentar, pedantemente, la fórmula salvadora, sino tratando de prever el escenario político que podría presentarse después de las elecciones del mes entrante.

Si lo que dicen todas las encuestas se confirma, podría crearse una situación interesante y digna de analizarse.

Se crearían nuevas condiciones, que reclamen fuerzas políticas nuevas, renovadoras y una nueva promoción de líderes que reemplacen a un liderazgo agotado en casi todos los casos, como es el que actualmente domina la vida política.
Hay momentos en que los procesos políticos se saturan de tanto repetirse el más de lo mismo.

Ese parece ser el caso de nuestro país. No niego que en el presente proceso electoral hay muchos jóvenes lanzados al ruedo, pero si se analiza el mensaje de la mayor parte de ellos, es posible notar que al fin y al cabo, el contenido de sus mensajes respectivos no significa ninguna ruptura con el viejo orden ni supera el marco de lo tradicional.

Entonces, si de construir algo nuevo y transformador se trata, lo primero que debe tenerse en cuenta es definir una concepción de avanzada, un conjunto de objetivos y consignas, convertirlas en banderas y programa para la acción política y empezar con tiempo a organizar y desarrollar el instrumento que las sustente.

María Teresa Cabrera ha hecho un planteamiento de fondo. Superar la vieja herencia del trujillismo, barrer todos los obstáculos que dificultan la democratización del Estado y la vida política del país y dar inicio a una nueva época política. Ese es el núcleo de su concepción y a partir de ahí se puede elaborar toda una doctrina transformadora y progresista.

Ahí hay una esperanza de renovación, adecuada a la situación nueva que podría presentarse. Y hay que disponerse a elaborarla y lanzarla al debate.

Lo demás es seguir haciendo culto a lo viejo, aunque se presente con una apariencia novedosa.
Esto es un reto para las fuerzas progresistas porque de nuevo hay que decir que cuando surge la necesidad de la renovación y las fuerzas avanzadas no responden, entonces el atraso y el pasado siguen reinando, aunque se presenten con un rostro, un vestido y una apariencia distinta o se disfrace bajo el tono más radical posible.