Momentos de terrible complejidad

Momentos de terrible complejidad

Momentos de terrible complejidad

Roberto Marcallé Abreu

Managua, Nicaragua. Leyendo y meditando en las últimas informaciones que se originan en la República Dominicana y sin soslayar el aspecto esencial de cuanto ocurre en el mundo y sus graves repercusiones entre nosotros, sería razonable y lógico llegar a la conclusión de que vivimos en uno de los momentos más peligrosos, complejos y difíciles de la historia contemporánea.

Incluso poseo la sospecha, exteriorizada por no pocos estudiosos, de que la pandemia y sus secuelas, los cientos de miles de fallecidos en condiciones terribles, el incremento de las enfermedades, la desesperanza colectiva, la degradación generalizada, el absoluto irrespeto a la vida humana, los apetitos desatados, la universalización creciente de las drogas y la evidente multiplicación de la criminalidad y la delincuencia son parte de un programa cuya materialización se aprecia cada día con mayor intensidad.

Y esto cuanto quiere decir es que el pueblo consciente, el dominicano que ama a su país, debe abrir los ojos, estar atento, estar consciente de las señales que provienen desde diferentes litorales. Estos momentos están revestidos de extrema delicadeza y ahora más que nunca es fundamental organizarse como un bloque monolítico e indestructible para defender la patria de Duarte y al pueblo dominicano.

Las señales son inequívocas. Están ahí, frente a nosotros. Poderes de gran incidencia universal han señalado la isla como un ámbito de experimentación con propósitos que no pueden calificarse sino de aviesos y perversos. Las variables que definen esa intención están definidas desde hace tiempo y tienen como norte fundamental la desnacionalización progresiva, así como la liquidación en términos reales de la limitada independencia que aún conservamos.

Es casi seguro que la intención va más lejos y sea más abarcadora. Porque, quien aprecia los conflictos que debilitan y enfrentan a los pueblos y países de diversas latitudes del conglomerado humano puede deducir que existe un notable desarrollo de posturas orientadas a que los pueblos no sean los auténticos forjadores de su destino.

Y ese destino está íntimamente vinculado a su independencia y su libertad de elección en todos los órdenes. Un análisis frío del acontecer universal nos describe los graves y amargos enfrentamientos que se producen en todas partes.

La gente se ha lanzado a las calles a demandar por sus derechos, por su libertad. Los pueblos quieren ser dueños de su destino y no tolerar bajo ninguna circunstancia ser títeres de terceros que creen que pueden hacer con ellos cuanto se les ocurra.

Las distorsiones y obstáculos contra estos propósitos loables nos arropan de forma creciente, es lo que se vislumbra entre las tinieblas. Basta de manipulación, de mentiras, de engaños, de situaciones y conflictos creados y que se pretende figurar como espontáneos.

Detrás, existen definiciones claras, programas y planes concretos, de dominio, de subyugación, de control absoluto, de esquemas de una nueva forma de esclavitud vinculada con la tecnología, con el engaño y la mentira disfrazados de verdad pública y conveniente o de posturas colmadas de supuestas buenas intenciones.

Creo, con franqueza, que República Dominicana es, en este sentido, un objetivo. Un propósito específico y definido. Desde hace mucho se nos ha escogido como conejillo de indias para aviesos designios que luego se harán trascender hacia otros ámbitos a fin de obtener resultados que solo favorecen a una élite de privilegiados que observa a distancia estos desencuentros como experimentos de laboratorio.

Se han creado elaboradas estructuras de pensamiento y ejecución hacia el logro de estos fines programados al dedillo y que se ejecutan de manera progresiva desde hace tiempo por entidades provistas de recursos millonarios ilimitados y sus legiones de gente aviesa.

Procuran poner en práctica sus propósitos de conversión del mundo y la humanidad de oscura y maleada manufactura.

Es deber de todos los que creen en el concepto de patria, de libertad, de independencia, de nacionalidad, quienes aún creen en las posibilidades de redención de la humanidad, abrir los ojos y hacer conciencia de una situación que se vierte en hechos concretos día tras día.