Por: Víctor Feliz

En nuestro espacio televisivo Municipalidad Global hemos expresado, desde hace ya por espacio de siete meses, diferentes exposiciones hechas por los más destacados técnicos en diversas disciplinas del saber, todas vinculadas al desarrollo de las ciudades y la promoción por un buen gobierno.

Es de nuestro conocimiento de los ingentes esfuerzos que hacen los regentes municipales por lograr que ese desarrollo que procuran se vea en la más amplia de las expresiones. Sin embargo, hay cosas que por más esfuerzo que hagan para que la imagen de esa exposición de desarrollo se vea, no permiten que esto se note, pues depende de acciones conjuntas y no sólo de los ayuntamientos.

En toda la República Dominicana, en su más amplia expresión, existen edificaciones construidas por el Estado Dominicano,pero todas estas tienen diferentes dolientes.

Las deportivas, las escolares, los hospitales etc., pero a todo aquel que se le otorga un techo para vivir está sin reglas. Invasiones en áreas verdes, desorden, suciedad, fachadas destruidas y en deterioro franco.

¿Pero por qué suceden estas cosas? La mayoría de los beneficiados por este bien que le otorga el Estado son dominicanos que por una razón u otra tuvieron la suerte de poseer el anhelado techo propio a muy bajo, y en muchos casos, a ningún costo.

Debido a la amalgama social que rodean estos repartos, se filtran dominicanos y dominicanas que no reúnen las condiciones exigibles para obtener un bien edificado por el Estado.

Es por esto, que una vez allí, conviven como perros y gatos, pues los niveles educacionales y culturales de los “vecinos” difieren del cielo a la tierra.

Estas obras que cuestan miles de millones de pesos a los contribuyentes impactan de manera desfavorable cuando caen en descuido, producto del desinterés que surge con el tiempo en el mantenimiento físico de estos proyectos habitacionales, impidiendo que los planes de ornato y modernización que procuran los gobiernos locales se complementen.

Sin menoscabo a otras instituciones existentes en el organigrama estatal las funciones de mantener en orden toda esta inversión, reglamentar la convivencia, evitar conflictos y dirimirlos en caso de que los haya, debe ser tarea de una institución moderna y funcional en donde obviamente las alcaldías jueguen un papel determinante.