La juventud

La juventud

La juventud

Rafael Chaljub Mejìa

No tengo la solución, pero como la maldad no se cura sino con decirla, dejo aquí la inquietud que me provoca la tendencia hacia el alejamiento de los ideales revolucionarios que gana cada vez más fuerza en la juventud.

Qué es lo que pasa, que en cada reunión política en la que participo por cada joven hay veinte o treinta viejos. Parecería que ahora los viejos somos más revolucionarios que los jóvenes.

La generación de jóvenes a la que pertenecí fue adoctrinada para la sumisión y la obediencia incondicional a instituciones como la Iglesia católica y sobre todo a la autoridad gubernamental que en lo más alto encarnaba el dictador y en el escalón más bajo, el alcalde pedáneo.

Pero aquella generación se sobrepuso, se rebeló, se enamoró “de un puro ideal” y estuvo siempre presta a dar la vida por él. No creo que la juventud de mi tiempo fue mejor que la de hoy, sobre la cual las clases dominantes y sus padrinos imperialistas, lanzan toda clase de ideas, modas, vicios, y otras tentaciones a las cuales nosotros nunca tuvimos que hacerle frente en la magnitud en que se propagan actualmente.

Por más que se diga, la esperanza y el porvenir están en la juventud y con esa convicción es que debe abordarse el problema de como incorporarla a la lucha por la transformación radical de una sociedad y un mundo injustos.

Los que controlan el mundo han apelado a venenos muy sutiles, prevaliéndose del control que ostentan de los medios de comunicación y sin necesidad de matar con balas como antes, prostituyen o empujan muchos jóvenes hacia la indiferencia, con proyectiles almibarados como dijera una vez el presidente Mao.

Antes, los líderes eran Fidel y Manolo, ahora los ídolos y modelos no son las muchachas fajadas como las Reinas del Caribe, ni los líderes del patriotismo y la transformación liberadora. Ni el muchacho del barrio o la sección rural que en base a estudio, trabajo, y temple moral alcanza el éxito.

Hoy vivimos la era de lo estrafalario, cuando un pantalón roto se vende más caro que uno entero. Una publicidad desorientadora, hábilmente manejada, toma a la juventud como su blanco principal. Ojalá luchadores con más lucidez que yo, encuentren la forma de forjar conciencia política revolucionaria en la juventud para que esta juegue el papel histórico que le corresponde, de ser la vanguardia y principal fuerza motriz de los grandes cambios.



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