Cárceles fronterizas

Cárceles fronterizas

Cárceles fronterizas

Wilfredo Mora

Tienen la arquitectura legada por su propia antropología, y los objetos que se pueden encontrar en ellas son, en realidad, monumentos de otra arqueología. Son retenes militares –cárceles tipo fortaleza, regimientos de destacamentos, pero no son cárceles públicas–, y se llaman de todas formas centros penitenciarios.

Conviven con algunas que otras edificaciones que sí son cárceles públicas, y que prematuramente ya están en abierto detrimento; están en la región fronteriza y tienen nombres muy singulares.

Las más perentorias de estas cárceles-fortalezas se encuentran en Elías Piña, Pedernales, San Juan de la Maguana, Barahona, Neyba y Montecristi.
Se trata de un proyecto de rescate y conservación de las edificaciones militares que sirven de establecimientos penitenciarios, por el tiempo que sean utilizadas para el cumplimiento de la pena de prisión. El plan de la investigación es adecentar las condiciones para que los condenados militares cumplan su condena en esos lugares, en particular; el del proyecto ser realizará en tres etapas:

Un buen proyecto arqueológico y arquitectónico le devolvería su verdadero enfoque estructural y funcional mejorando el entorno exterior e interior de los retenes militares que son utilizados como destacamentos penitenciarios. Aunque el plan es convertirlas en lugares dignos, lo que se busca es que puedan llegar funcionar con un reglamento que demande deberes y derechos de los condenados militares.

Todo proyecto de intervención inicia con la evaluación de los emplazamientos carcelarios, con recopilar las informaciones, para tratar de determinar el proceso a seguir en la definición del plan de rescate y conservación. Esta fase no impide hacer recomendaciones para los arqueólogos y arquitectos que intervendrán en el proyecto.

Luego se ampliarán con informaciones adicionales y se procederá a diseñar el aspecto de la intervención: el estudio de los documentos legales que permitieron las edificaciones, se indagará en estudios anteriores; se formarán las cuadrillas de trabajo, y delimitación del área a intervenir, con algunas facilidades y servicios del personal del sitio, debido que se trata de una cárcel.

Esa etapa de ejecución del proyecto comprenderá un plan de clasificación sistemática de los objetos y lugares, mediante un personal fijo y con asignaciones dadas tanto por los arqueólogos y los arquitectos restauradores, en zonas específicas. Se planeará en esta etapa los aspectos de la movilidad interna de la rutina carcelaria y de los servicios administrativos, y otras proyecciones.

En esta etapa pueden implementarse los principios por lo que se ha luchado de la pena de prisión: educación, segregación, control, trabajo, contacto con el exterior y el régimen de visita (incluyendo las conyugales). Estas funciones se ampliarán al ritmo de la labor de rescate de los lugares dentro de la fortaleza.

Para hablar de ellas, apenas nos toca remitirnos a sus instalaciones. La población allí confinada muchas veces tiene que comprar carbón, pues no existe un sistema de gas dentro de la instalación.

En cuanto a la higiene, es muy triste ver como la mayoría de estas personas no tienen como mantener los baños limpios, sus prendas de vestir, la ropa de cama, ya que no tienen dinero para comprar el detergente y las autoridades a cargo no lo suministran; pero con las necesidades mayores que existen como es la falta de alimentos tienen que dejar la higiene como último lugar en su estadía dentro de este penal, la mayor parte de estos reclusos no tiene familiares cerca y tiene que estar de la caridad de otros para sobrevivir dentro.

Todo este panorama gris se puede solucionar con un proyecto de cárceles fronterizas y a partir de ahora, los condenados pueden ser los militares.