Cómo mueren las democracias

Cómo mueren las democracias

Cómo mueren las democracias

Wilfredo Mora

A pesar de los problemas de la democracia, de su fuerte tensión en la población, los partidos políticos tienen todavía vigencia. Sobre la base de los actuales sucesos políticos de casi todo el planeta en los últimos años, se podría afirmar que existe un esquema general “autoritario” en el quehacer de ciertas organizaciones políticas y, en general, de la moderna democracia, que está muy deteriorara.

A mí los políticos me producen un karma, pero igual el problema merece ser analizado. En realidad, los veo en la mayoría de las veces como “políticos marginales”.

Pero creo, que son los partidos políticos marginales los que producen a los políticos marginales. Es decir, aquellos líderes que a todas luces erosionan la democracia, a la que convierten en su fachada, tratando de mantener sus privilegios a toda costa; luego, ya como gobernante, despliegan toda la maquinaria gubernamental; a veces cierran Congresos, asesinan candidatos; no necesitan dar golpes de Estado, ni parecer dictadores flagrantes, oponiéndose al comunismo o las izquierdas radicales, con lo que mantiene a la población distraída; pero, lo que más les gusta es ir por la senda electoral, para obtener los resultados de su engañosa misión y visión de la democracia. De ahí que el sistema electoral de un país debe ser fuerte y, por fortuna, el nuestro lo es.

Aún la democracia tienda a una dirección negativa, el sistema político debe luchar por mantener funcionando sus instituciones democráticas; aún se viva en una oleada de reformas renovadoras sin precedentes de la profunda crisis, del deterioro de los partidos políticos, de su falta de democracia interna, la lucha de la sociedad por rescatar la institucionalidad no debe cejar.

He aquí una lista de países que están “matando” su democracia. Venezuela, a partir de Chávez y luego Nicolás Maduro. Según Foro Penal, hay 269 “presos políticos”, en noviembre de 2023; el estancamiento en el Perú empezó a degradarse aceleradamente, a raíz de la normalización de mecanismos institucionales extremos, tales como la vacancia presidencial y la disolución del Congreso; Argentina, es el caso más singular.

Con varias crisis políticas en los últimos 40 años (militar entre 1987 y 1990, económica entre 1989 y 1991), desde 1983, después del gobierno de Raúl Alfonsín, tiene deuda permanente de la democracia. Allí domina un problema estructural delicado, se le conoce como “cuentapropismo”, que es una forma de inteligencia de los partidos políticos para extorsionar y comprar a jueces, políticos, periodistas y empresarios; armar y desarmar causas judiciales; financiar ilegalmente campañas políticas. Hoy esa nación está al borde de una hiperinflación.

En el caso de la República Dominicana existen algunos dilemas de los partidos políticos. Para citar a un autor, Angelo Panebianco (Bolonia, Italia), el modelo que correspondería es que tenemos en abundancia “partidos atrapalotodo”.

La victoria electoral, la sobrevivencia y el equilibrio de los intereses particulares de sus dirigentes, así como la consolidación de la organización política para que pueda permanecer estable en intereses y lealtades, es la finalidad casi sagrada para el sistema de partidos políticos creado por ellos. El país tiene 34 partidos y 8 movimientos políticos, para un total de 42.

En fin, pueden empezar desde una retrospectiva mayor y meditar sobre estos viejos eventos de la decadencia de nuestras democracias occidentales; también puede leerse el extraordinario libro ¿Cómo mueren las democracias? (2018), de dos autores de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatty, Editorial Ariel, traducción de Gemma Deza Guil.



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