A la República Dominicana, por su condición de isla y destino turístico, le conviene tener al menos una aerolínea dominicana. El Estado tuvo una, Dominicana de Aviación, y quebró por malas prácticas administrativas.
Luego se intentó una de capital mixto, Air Dominicana, y no pudo concretarse.
Hace dos años, una aerolínea, que en 2002 se fundó como pequeña, empezó a explotar rutas hacia Puerto Rico, Miami y varias islas del Caribe, convirtiéndose así en la única aerolínea dominicana que lo hacía.
Pero de unos meses a la fecha empezaron a divulgarse problemas de incumplimientos económicos de esa empresa con el Estado y con el aeropuerto donde le dan servicios. Las acreencias acumuladas llevaron a la Junta de Aeronáutica Civil a suspender sus operaciones para evitar males mayores.
Las tasas dejadas de pagar son cobradas directamente a los pasajeros, por lo que se trata de una retención que debe entregarse a las autoridades aeronáuticas y al aeropuerto.
Resulta evidente que la empresa enfrenta dificultades económicas y que ha usado esas tasas para otros fines.
Está en falta.
Sin embargo, en un caso como este no sería ociosa una eventual asistencia para un salvataje con acompañamiento, pues el cese de sus operaciones afecta a decenas de miles de pasajeros y también atañe a la única aerolínea dominicana que ofrece servicios a esos destinos.
Ojalá se pueda evitar el cierre de esa empresa, sin que represente una carga para el Estado ni el incumplimiento de las obligaciones por parte de la misma.
