La palabra, desde que el hombre comenzó a socializar, ha sido el elemento clave en la conquista del mundo.

Los sabios fueron los primeros en emplearse a fondo para lograr una buena comunicación, con la cual convencían de sus posiciones y teorías al vulgo.

En ese proceso impusieron sus intereses sobre las grandes mayorías, las que no tenían acceso a ella por razones obvias.

La palabra bien hilvanada se ha constituido en el elemento vital para la conquista del poder por parte de los políticos.

El mejor ejemplo lo tienen los dominicanos en el arzobispo Meriño, a quien antes de alcanzar la Presidencia, producto de su vocabulario bien estructurado y que muy pocos comprendían, se le llamó el “pico de oro”.

Los discursos de Joaquín Balaguer eran poco entendidos por la mayoría , sin embargo, y por eso, lo definían como un genio.

En al sector deportes, los que han estructurado una buena comunicación se han mantenido al frente de los organismos, llevando a muchos a pensar que son insustituibles y que otros no pueden realizar una gestión superior.

El deporte necesita de una buena comunicación, pero no avanzará si no se acompaña de ejecutorias.