El deporte, en términos generales, ha dado un giro de 180 grados en las últimas décadas, espacio en el que se han perdido y olvidado por completo los lineamientos trazados por los que como el barón de Coubertin y hasta hace poco Juan Antonio Samaranch, entendían que era una actividad en la que el dinero no debía ser el factor prioritario.

Sin embargo, en todas las sociedades ahora lo prioritario para los atletas y organizadores de competencias, el dinero constituye la máxima prioridad.

En República Dominicana, por ejemplo, una de las formas más elegantes de salir de la pobreza extrema, radica en triunfar en cualquier actividad deportiva, en especial el béisbol, baloncesto, boxeo y otras disciplinas que tienen un amplio mercado en países desarrollados.

El tema es de tanta preocupación, que incluso le ha llamado la atención del papa Francisco, quien está abogando por un deporte que favorezca la fraternidad social y que no apunte sólo a obtener victorias o ganancias.

“Todos sabemos en qué medida practicar el deporte para que pueda educar una sociedad abierta, solidaria y sin prejuicios, pero para eso hacen falta dirigentes y formadores que no busquen sólo el triunfo o dinero”, advierte Francisco en un mensaje con motivo del Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz.

El mundo ha cambiado en todos los aspectos, pero hay que preservar preceptos fundamentales para evitar un mayor deterioro social, el cual se está dando en todos los conglomerados.