Vamos a trabajar en soluciones

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Hay dependencias del Ministerio de Salud Pública que ofrecen estadísticas, números y balances muy impresionantes.

Veamos la información que ofreció la Dirección General de Epidemiología de esa institución. Plantea que entre enero y diciembre del año pasado en el país fallecieron 3,395 recién nacidos.

Un fenómeno que ocurrió, en un alto porcentaje, antes de los 28 días de nacido. Conclusión: cada día del año murieron 9 niños. Otro dato: el año pasado; o sea, en 2018, en la República Dominicana se registraron 189 muertes maternas.

Se trata de muertes silenciosas. Y silenciadas, en la inmensa mayoría de los casos. Muertes que involucran a bebés que no sobrepasan el mes de vida. Igual ocurre con el número de mujeres que fallecen durante el parto, quizá varios días o semanas después.

Son defunciones que forman parte de las estadísticas fatales que ofrece, cada año, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

El fallecimiento de una mujer, tras una intervención fallida en una clínica de estética, causa más revuelo y hasta provoca el cierre de la clínica de marras con mayor rapidez que la muerte de estos 3,395 recién nacidos. Algo que debe llamar a la sociedad dominicana a una profunda reflexión.

No importa el grueso del velo que cubre estas muertes –y que ya resultan cíclicas en el país–, pero la cantidad de vidas comprometidas no puede seguir silenciándose, ante la falta de políticas de salud que garanticen la vida a criaturas recién nacidas. No hay que señalar culpables. Mejor trabajemos en las soluciones.



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