Alergia al polen: causas y tratamientos

Alergia al polen: causas y tratamientos

Alergia al polen: causas y tratamientos

La alergia al polen se define como una reacción inadecuada del sistema inmune cuando la persona entra en contacto con la sustancia de ciertas plantas. El cuadro clínico más común asociado a este trastorno es la rinitis alérgica, que se caracteriza por picor y secreciones nasales.

Es un concepto extendido que el sistema inmune del afectado responde de forma desmedida ante el alérgeno, pero esto no es del todo así. Según la Organización Mundial de la Alergia (WAO por sus siglas en inglés), la respuesta es la adecuada: el error no está en el tipo de reacción ni en su intensidad, sino en el objetivo.

Diversos artículos de revisión epidemiológica subrayan que se ha experimentado un aumento notable en la incidencia de enfermedades alérgicas en las últimas décadas. Por ello, aprovechamos esta oportunidad para explicarte qué es la alergia al polen, cuáles son sus causas y cómo abordarla.

Una patología en expansión

Antes de proceder, es necesario que encuadremos este tipo de trastornos. Estudios científicos nos brindan datos al respecto de la prevalencia:

  • Se calcula que del 20 % al 40 % de la población mundial sufre algún tipo de enfermedad alérgica.
  • La rinitis alérgica —causada por polen, ácaros o descamaciones de la piel de animales— está presente hasta en el 30 % de la población.
  • Se estima que el 80 % de los asmáticos tienen algún cuadro patológico subyacente relacionado con la alergia.
  • Los jóvenes son los más afectados, pues el porcentaje de infantes y adolescentes sensibles a algún tipo de alérgeno se sitúa en el 50 %.
  • 4 de cada 10 personas están sensibilizadas a un alérgeno ambiental.
  • Estos datos nos muestran una realidad: es posible que dentro de unas décadas, la mitad de la población mundial sea alérgica a, al menos, una sustancia.

    Causas de la alergia al polen

    Según fuentes ya citadas, una reacción alérgica se define como un proceso por el que el individuo reconoce como sustancia patógena a un elemento (alérgeno) que suele ser inocuo. En consecuencia, el sistema inmune actúa de forma errónea con el fin de eliminarlo.

    Existen una gran cantidad y variedad de células implicadas en este mecanismo inmune. Como resumen, podemos decir que los linfocitos (glóbulos blancos) se activan con la entrada del patógeno y sintetizan sustancias, como la inmunoglobulina E (IgE).

    Esto provoca una reacción “en cascada” que fomenta la liberación de histamina, factores químicos y otros compuestos. Estos son los responsables de la sintomatología típica de las personas al entrar en contacto con el polen, pues causan una inflamación local de las vías respiratorias superiores.

    Debido a que la sustancia en cuestión entra por la nariz y la boca, se considera un alérgeno de naturaleza inhalante. La alergia específica al polen recibe el nombre de polinosis.

    Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, las primeras exposiciones al alérgeno son leves. Por desgracia, a medida que la persona entra más en contacto con la sustancia, las respuestas inmunes pueden generar cuadros clínicos mucho más graves.

    Tratamientos recomendados

    El tratamiento ante enfermedades alérgicas debe ser multidisciplinar; se abarca la prevención, la sintomatología y las causas. Por ello, no suele valer solo con un remedio.

    Entre los tratamientos más comunes ante la alergia al polen, encontramos los siguientes:

    • Desalergenización: es decir, que el paciente evite el polen que le causa alergia. Para ello se debe conocer el agente causal exacto, mantener las ventanas cerradas del domicilio cuando se pueda o no realizar actividades físicas en el campo durante las primeras y las últimas horas del día.
    • Sintomático: administración de fármacos para disminuir la intensidad y frecuencia de los síntomas de la alergia. Aquí entran en juego los antihistamínicos, los corticoides y los broncodilatadores.
    • Inmunoterapia: la vacunación contra la alergia. Al administrar de forma repetida al paciente concentraciones de pólenes durante un periodo determinado, se puede conseguir que este desarrolle tolerancia.

    Como podemos ver, el número de frentes que se abren para tratar la alergia al polen es múltiple. Aún así, siempre debe ser un alergólogo quien acompañe al paciente en cada una de las fases, pues estas terapias deben ser individuales para cada alérgico y alérgeno.

    ¿Qué plantas pueden producir alergia al polen?

    El polen de diversas plantas puede generar respuestas alérgicas en el individuo, pero el riesgo potencial depende de la localización geográfica del mismo. Portales como INMUNOTEK recogen mapas detallados con los posibles vegetales causantes de alergia.

    En general, los pólenes de plantas herbáceas y arbustos como las gramíneas y urticáceas, además de árboles como el ciprés, olmo u olivo, suelen ser los grandes causantes de estos procesos alérgicos. De todas formas, recalcamos que esta lista varía mucho dependiendo de la localización geográfica.

    Alergia al polen en los ojos.
    La rinitis es la forma habitual de la alergia al polen, pero también los ojos pueden verse afectados.

    No dejar pasar el tiempo en la alergia al polen

    Es común que las personas se refugien en abordajes caseros para tratar la alergia al polen o disminuir sus síntomas, sin concretar una consulta profesional. Esto es un grave error, pues como ya hemos visto, la sensibilización del paciente aumenta cuanto más se exponga al alérgeno.

    Por ello, ante cualquier sospecha, la visita a un alergólogo se hace esencial. Es necesario actuar con presteza y tener a mano las herramientas necesarias para tratar esta patología, pues el cuadro clínico puede complicarse a futuro.

    Tomado de BBC MUNDO



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