Instalaciones deportivas y cambio de visión

Instalaciones deportivas y cambio de visión

Instalaciones deportivas y cambio de visión

República Dominicana tiene un amplio inventario de instalaciones deportivas, a tal punto de que el país pudiera ser un centro regional de entrenamiento y competición de muchos deportes, con el consiguiente beneficio en términos de formación de atletas y atracción de visitantes.

Sin embargo, la realidad es distinta.

El Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, el Parque del Este y la Barranquita en Santiago son grandes centros llenos de instalaciones que se asemejan a ruinas poco funcionales.

Las excepciones a esta regla, parece paradójico, son de uso constante. Se les puede aplicar el principio de que lo que se usa se cuida.

El Estado dominicano ha dado en usufructo de las instalaciones deportivas a las organizaciones llamadas a promover cada una de esas disciplinas, pero la falta de recursos y la incapacidad para crear mecanismos de autogestión da como resultado el calamitoso estado en que se encuentran.

El Gobierno ha dispuesto la reparación de las instalaciones que se usarán para los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que serán celebrados en Santo Domingo en 2026, lo cual es un paso de avance, pero no suficiente.
Hace falta que se ponga en marcha un plan nacional de rehabilitación de instalaciones, al margen de que se vayan a usar o no para los XXV Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Acompañado con ese plan, se requiere también propiciar la capacitación del personal que la gestionará, tanto en el orden técnico como el administrativo.

El Comité Organizador de los XXV Juegos Centroamericanos y del Caribe ha promovido este evento como la posibilidad de impulsar el turismo deportivo, pero para lograr éxito se requiere que toda la dirigencia deportiva se abra a los tiempos modernos para que las mismas sean parte de una industria deportiva que genere parte de los recursos que permitan desarrollar atletas y mantener esas instalaciones en condiciones adecuadas.

Hay que empezar a ver el deporte como una industria en la que el Estado y el sector privado interactúen positivamente, dados los beneficios en el orden social que esta actividad genera.

El deporte puede ser un importante generador de empleos y de riquezas, como ocurre en muchos otros países, pero para ello se requiere de un cambio radical de mentalidad.

Reparar infraestructuras deportivas es impostergable, pero también lo es una redefinición de cómo gerenciar la actividad deportiva.



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