La especulación es una forma de expoliación o estafa, muy recurrida en el comercio local. Consiste en alterar el precio habitual a la alza en artículos de gran demanda; y que durante cierta época del año se disparan en ventas.

Entre el alto costo de la vida y la especulación hay un paso, ya que esta última llega y constriñe más los magros sueldos de los empleados y las esporádicas entradas que por ventas y servicios se agencian los trabajadores informales, chiriperos, venduteros y “echa” días.

Los que especulan pagan impuestos; y eso es lo que importa. Impuestos con anticipo, más importante aun. No es legal ni justo que las autoridades responsables perdonen, con discursos y argumentos sin consecuencias, la especulación.

Existe hoy, y siempre ha existido.

El Gobierno sabe que está a la orden del día, pero nadie hace nada para evitarlo. Un mal que beneficia a pocos, agrandando fortunas, y que perjudica a muchos: los consumidores.

Afortunadamente tenemos organismos, ministerios, oficinas y órganos de reciente creación que tienen todos los mecanismos para actuar contra la especulación.

Esperemos que este año, al menos, puedan servir para aplicar las leyes, ya que para eso fueron creados. Tenemos todo un año completo para esperar sus frutos.