Wilson Gómez opina sobre “Un Día Más”

Wilson Gómez opina sobre “Un Día Más”

Wilson Gómez opina sobre “Un Día Más”

En la columna de ese prestigioso periódico intitulada “Un Día Más”, que aparece publicada en la página 6 de la edición número 2850, de fecha 22 de noviembre del año en curso, se alude a la irreverencia ocurrida el pasado fin de semana en el Altar de la Patria, en la cual el suscrito sustenta la posición que al respecto sostiene el Instituto Duartiano.

En el tercer párrafo de dicho escrito se asevera: “Que un juez del Tribunal Constitucional leyera un comunicado criticando la manifestación que hiciera un grupo de personas la Puerta del Conde y el Altar de la Patria fue poco prudente”.

En el penúltimo párrafo de la columna se consigna: “Una acción que podría tener implicaciones jurídicas que terminen en el Tribunal Constitucional implica que miembros de ese organismo deben abstenerse de opinar, ya que podrían tener que hacerlo mediante sentencia”.

En lo que concierne a esta cuestión, lo primero que me corresponde es reivindicar mi exclusiva responsabilidad en esta actuación. Así despejo cualquier asomo de duda que haya concitado la generalización en el referido escrito.

Tengo plena conciencia de que antes que juez, soy un ser humano con un claro sentido de la responsabilidad, de los alcances que entraña la rectitud de conciencia y del compromiso que se contrae con la patria que se ama; de ahí que en toda función que me ha correspondido desempeñar, he privilegiado y privilegiaré el más elevado interés general de la nación dominicana.

En el caso, he sido vocero del Instituto Duartiano y en tal calidad, como vicepresidente de su junta directiva, leí un documento público mediante el cual se fija una posición patriótica.

No obstante, el ser juez constitucional no me sustrae de la posibilidad de considerar públicamente un tema que, como el de la dominicanidad, resulta tan singular y que, en el propio caso del periodista dominicano, se le dispensa de la posibilidad de preservar el sagrado secreto sobre las fuentes, cuando está en riesgo el interés nacional, de acuerdo a lo preceptuado en el Código de Ética.

Llegado el momento de conocer una cuestión que haya sido abordada con anterioridad por un juez de esta naturaleza, corresponderá al buen juicio y la conciencia de ese magistrado proponer su inhibición, cuestión común en todo tribunal.

Me pareció que el llamado que se formula está revestido de un ribete de buena fe; pero más que apelar a la prudencia, insta a la cobardía que entraña “la callada” que hoy se expresa con profusión por doquier; mientras el mal avanza y la nacionalidad dominicana discurre en el filo de un enorme peligro.

Los que poseen la mayor cuota de responsabilidad de asumir la defensa nacional, por estar investidos de autoridad y haber jurado “Por la Patria… proteger y defender su independencia, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes”, se escabullen cobijándose bajo la sombra de la “prudencia”.

En el caso, parece cobrar todo su imperio y fuerza aquella definición de cobardía que reza: “es una degeneración de la prudencia”.

La amenaza cierta alrededor del Altar de la Patria, el más significativo emblema monumental de la dominicanidad, lugar donde se proclamó la independencia dominicana, se enhestó por primera vez la bandera duartiana y, además, espacio donde están erigidas las tumbas de los dominicanos de mayor gloria, no puede entrañar sino posturas rectas, claras y firmes.

En la especie, la indicada columna periodística bien ha debido titularse “Receso de la cobardía”, en lugar de “Receso de la prudencia”, así estaríamos aproximándonos un poco más a la verdad.

*Por Wilson Gómez
Vicepresidente del Instituto Duartiano



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