Los desaparecidos forzosos: muerte incógnita (9 de 10)

Los desaparecidos forzosos: muerte incógnita (9 de 10)

Los desaparecidos forzosos:  muerte incógnita (9 de 10)

Wilfredo Mora

9.- Mujeres desaparecidas. Sus testimonios son de estar “siempre despiertas”. Ellas han contribuido a la compresión de la desaparición forzada, hoy.

La desaparición en materia de género tiene una razón, pero esta se desconoce: tiene la forma de secuestro, trata de persona, esclavitud sexual, violaciones colectivas, homicidios de mujeres con fines políticos; o, simplemente los matrimonios por secuestro, o raptos.

Estos son los más evidentes ejemplos de la que desaparición ha sido involuntaria. ¿Por qué desapareció?, ¿qué le pasó?, ¿fue víctima de un delito?, ¿dónde se encuentra?, ¿quién es responsable?, ¿se encontrará con vida?, ¿necesita ayuda? Son las preguntas más frecuentes que se desprenden durante la búsqueda de la persona de la cual se ha denunciado la desaparición.

Abundan mucho las muertes de violencia pasional, en la que la mujer ha desaparecido porque ha sido plagiada y luego asesinada.

Hay grandes nombres que podemos mencionar de la historia contemporánea de mujeres que padecieron la desaparición forzada; sus testimonios nos ayudan a comprender mejor el problema.

Las mujeres afectadas desempeñaron algún papel de trascendencia para ser alcanzadas por sus captores.

En la época de las guerrillas latinoamericanas, fueron soldados, combatientes, dieron su esfuerzo, su solidaridad y otras prestaciones materiales a favor de la Revolución. En Nicaragua, al igual que Centroamérica, fueron miles las “comandantes” sandinistas desaparecidas, y luego asesinadas. Muchas fueron obligadas a acostarse con sus captores; y muchas, eran indígenas.

En el cono Sur, la dictadura argentina fue cruel con las mujeres, sobre todo las jóvenes y las adoctrinadas a la política. Muchas fueron perjudicadas por sus maridos, o por atreverse a buscarlos. Luego, vino la época de las Madres de Mayo, y las Abuelas, que hicieron archiconocido su reclamo: “dónde están nuestros hijos”. Miles de esas valientes mujeres aparecieron, aunque sólo sus cuerpos, para ser enterradas en un lugar decente.
A las madres les ha tocado soportar por años la desaparición de sus hijos.

Los despidieron y no volvieron a verlos, o no los despidieron y los volvieron a ver como cadáveres. A las demás mujeres le tocó volverse viudas. O dejar a sus maridos, su familia y a sus hijos. La desaparición forzada nunca es ajena.En la Nigeria africana, existe Boko Haram, un movimiento que se dedica a la muerte, la violencia, las violaciones de niñas, secuestros de niños, “como forma de espiritualidad”.

La desaparición forzada de niñas y otras formas de violencia ha sido señalada como “una inoculación en el subconsciente”, quitarle el valor de la vida y convertirlo en una “infección”, una “enfermedad”.
El mundo conoció, en 2018, la increíble tragedia de la activista yazidí Nadia Murad Basee, galardonada con el premio Nobel de la Paz.

De ella se contó como tuvo que «arriesgar su propia seguridad para combatir con coraje crímenes de guerra y buscar la justicia para las víctimas». Fue violada, secuestrada, mantenida en cautiverio y luego armó su propia versión de lo que hicieron los malvados del Estado Islámico, que la acusaron de infiel.

Hoy es Embajadora de Buena Voluntad por la Dignidad de los Sobrevivientes de la Trata de Personas de las Naciones Unidas.

La desaparición forzada de miles de mujeres en el mundo no es un fenómeno positivo. Recordar el 8 de Marzo, para celebrar su valor humano es reconocer que la vida de la mujer, sigue siendo difícil, en toda partes.