Por Victor Feliz Solano

Tenemos muchos años escuchando de manera permanente la expresión de que la actividad turística se conoce como “la industria sin chimeneas”.

Para nuestro país el turismo es mucho más que una simple industria, podríamos decir que es una mega industria. Quizás muchos de nuestros lectores desconozcan como las astronómicas cifras de este rubro impactan en la economía vernácula. Para muestra un botón: tomando como ejemplo el 2019, último año normal que tuvimos, el 36.4% de nuestras exportaciones provienen de la actividad turística. Es decir 7.5 mil millones de dólares ingresaron formalmente al patrimonio nacional.

Como podemos ver, este inmenso negocio convendría ser uno de los principales objetivos en que deberían enfocarse los gobiernos locales para alcanzar el desarrollo de sus comunidades. La gastronomía, el turismo ecológico, el de aventura y muchos otros más, son nichos a explotar en pueblos y regiones.

Nuestra rica cultura no tiene parangón en todo el continente, pues como diría nuestra buena amiga Rosa Grullón, aquí esta “todo lo primero del nuevo mundo”, hasta el primer discurso sobre la igualdad de los derechos humanos.

Iconos como la torre del reloj de Montecristi diseñada por el ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel, de la famosa Torre Eiffel, y construida por el famoso relojero francés Jean-Paul Garnier, la casa donde nació Máximo Gómez libertador del Cuba, el pico Duarte y el lago Enriquillo que llevan ambos la primacía en sus categorías como el más alto y la mayor reserva natural de agua salada de todas las Antillas, son algunos de los ejemplos que podemos citar para aquellos amantes de la historia universal y de la naturaleza.

Nuestra cultura gastronómica, el ron, el cacao, etc. campos de golf, playas paradisiacas, hechos épicos tanto políticos como históricos. La media isla de la Hispaniola es rica e inagotable. Dudo que no exista un atractivo en cada una de las localidades de la república que no podamos presumir. He aquí el potencial que deben aprovechar los ayuntamientos e insertarse en el “encadenamiento productivo” del turismo.

Desde el gobierno central, hemos podido apreciar un empeño en ayudar a fortalecer los planes de infraestructuras en los territorios, cosa que entendemos es de vital importancia debido a la carencia de miles de obras que los ayuntamientos no han podido edificar por un tema económico; empero, concebir y elaborar estrategias que ayuden a la autosostenibilidad financiera de los mismos, sería la mejor de las ayudas. Es mejor enseñarles a pescar que darles pescados.

El ministerio de Turismo a través de un equipo técnico asesor podría ponerles las “cañas de pescar” en las manos de los alcaldes y estos a su vez explotar el potencial turístico de sus territorios generando empleos y bienestar entre sus pobladores. Sabemos que existen estudios e investigaciones sobre lugares que podrían convertirse en “puntos de interés turísticos” en cada rincón del país, sólo sería un tema de voluntad política para desarrollar e implementar este plan.

Las asociaciones municipalistas jugarían un papel determinante pues, así como basto es el territorio así mismo varía la cultura entre nuestros pueblos y pobladores.

Aprovechemos el empuje que el presente gobierno hace en el tema del turismo, de suerte y manera que esa cantidad de recursos económicos que están por llegar se derramen en cada pueblito y ciudad de la geografía nacional logrando con ello el bienestar de cada dominicano.