Los economistas y la sensibilidad social

Los economistas y la sensibilidad social

Los economistas y la sensibilidad social

Daris Javier Cuevas, columnista en el periódico El Día.

Dentro de la clasificación general de la ciencia, se puede afirmar que la economía es una ciencia fáctica y, a su vez, es una ciencia social porque está referida a hechos de la vida diaria. Es así como todo análisis económico se aplica no solo en toda la sociedad, en los negocios, las finanzas y el gobierno, sino también en la delincuencia, educación, la familia, la salud, derecho, política, religión, las instituciones sociales, la guerra, lo que permite establecer que la economía se preocupa por el bienestar de la gente.

En las escuelas de pensamiento económico se identifica la descripción de la variedad de enfoques con los que se ha pretendido siempre explicar el comportamiento de los agentes económicos y la economía en general. Por tales razones la ciencia económica puede definirse en función de la escasez o en función del bienestar material ya que se trata de la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos que poseen unos usos alternativos.

Como se sabe, la economía surge como ciencia en el siglo XVIII y es William Petty el primero que utilizó el término economía política. Pero la consolidación como ciencia se produce con la aparición de la obra Adam Smith “Ensayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones”, en 1776, donde este hace un análisis de la sociedad en su momento, y plantea un nuevo modelo económico: el liberalismo económico.

Es relevante precisar que la obra de Smith se sitúa en la época en que la Revolución Industrial estaba despegando en Gran Bretaña, de forma que las modificaciones económicas que se producían en el ese país: crecimiento demográfico, industrialización, progreso económico y que impactaron al modelo político que se desarrollaba.

Adam Smith en su análisis de la riqueza de las naciones defendía que en gran parte dependería de la libertad con que los individuos, los agentes económicos, el individuo y la empresa, pudieran ejercer y desarrollar sus actividades, esto es, con ausencia del intervencionismo Estatal.

Es en tal contexto que Smith planteó sus argumentos de la existencia de una “mano invisible” del mercado la que actúa como elemento de control, entendiendo el mercado como el juego de intereses entre los agentes económicos.

Sin embargo, para garantizar la iniciativa privada, el individuo no puede asumir la defensa del territorio, el orden público y las grandes infraestructuras, por lo que estaba consciente que estas funciones deben ser obra del Estado, que vela en estos aspectos mejor por el interés común, aunque justificó  la existencia de impuestos que tengan que pagar los individuos pero solo para contribuir con este tipo de obligaciones que el Estado tiene.

La contribución a la ciencia económica logró su mayor esplendor con la aparición de El capital. Crítica de la economía política del economista y filósofo Karl Marx, el cual demuestra que los procesos técnico-industriales de producción están dominados por leyes económicas.

La obra de Marx aparece en un momento en el que se produce una bifurcación, entre el proceso de la ciencia y los intereses de la burguesía ascendente, aunque  para Marx lo económico tiene un sentido muy distinto al planteado por el pragmatismo y por ello su visión económica era esencialmente histórica ya que las leyes económicas son básicamente producto de la evolución histórica.

En pleno auge de la gran depresión de los años 30 del siglo XX, sorprendió al mundo académico y la ciencia económica la aparición del economista John Maynard Keynes desafiando los principios de la economía clásica y dando inicio a lo que se denominó la revolución Keynesiana.

El enfoque de Keynes es que la demanda agregada, el consumo y la inversión es lo que determina el nivel de empleo de los recursos y, consecuentemente, la producción y la renta,  contrariando asi la opinión de los economistas clásicos que confiaban en la tendencia del mercado a alcanzar, por sí mismo, el equilibrio con pleno empleo, pero Keynes descubre que dicho equilibrio puede darse con desempleo y abogaba por políticas fiscales y monetarias activas que estimulen el consumo y la inversión, incurriendo incluso en déficit público, con el objetivo de incrementar la demanda y, con ello, aumentar el empleo y la renta.

La teoría General de Keynes ha sido siempre el epicentro de la polémica entre los analistas de la ciencia económica hasta la actualidad. Es por ello que la gran mayoría de los gobiernos en los países de economías emergentes en su afán por demostrar la eficiencia de sus políticas económicas solo prefieren resolver los déficits fiscales pensando en los ingresos tributarios y pierden de vista la sensibilidad social que debe ser inherente a sus acciones económicas.

 

 

 



Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD

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