Las “noticias falsas” no existen

Las “noticias falsas” no existen

Las “noticias falsas” no existen

Hasta el papa Francisco sacó tiempo para referirse a las “noticias falsas” o “fake news”, como parte de un modismo que ha impactado el mundo en el último lustro y que ha sido un canalizador de desinformación interesada en procura de promover ambiciones de poder, disponer de bienes y del goce de placeres que terminan haciendo daños individuales y colectivos.

Según el Pontífice, en el mensaje que presentó el año pasado a la comunidad católica, a propósito de la LII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales; hablar de “fake news” es aludir a informaciones infundadas, que tienen como finalidad engañar o manipular a los receptores para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas.

La temática ha sido, incluso, abordada en tesis doctorales. Hay que observar que ningún hecho noticioso puede ser falso, ya que desde el mismo momento en que esté revestido de esa condición deja de ser noticia. La característica ‘sine qua non’ de la noticia consiste en la veracidad, por lo cual no existen las “noticias falsas”.

Concretamente se puede hablar de informaciones falsas, no de “noticias falsas”. Naturalmente, la percepción favorable y aceptación conceptual de estas últimas las ha convertido en un fenómeno global, conminando a las principales redes sociales a adoptar una serie de medidas preventivas para controlarlas.

En el caso de Facebook, consciente de que los contenidos publicados podrían ser falsos o sujetos de manipulación, implementó acciones, entre ellas la modificación del algoritmo que clasifica el orden de las publicaciones que aparece en el ‘News Feed’.

Así, está confiriendo mayor importancia a contenidos “auténticos” y desterrando los mensajes falsos, sensacionalistas y “spam”.

Las mal denominadas “noticias falsas” se difunden más rápido y llegan con mayor rapidez a las personas que las ciertas, según una investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que analizó 126,000 informaciones desde 2006 hasta 2017.

El estudio, considerado como el más amplio jamás publicado sobre la difusión de noticias en redes sociales, constata cómo las falsas se “retuitean” un 70% más que las verdaderas.

En la investigación se llama a la atención acerca del hecho de que en el caso de las informaciones verdaderas, estas tardan seis veces más en llegar por vía de Twitter. Según los resultados, la difusión de “noticias falsas” representa un fenómeno en aumento constante, alcanzando su máxima expresión en momentos de alto interés informativo.

A lo largo del estudio se registraron “picos” de difusión de noticias falsas, coincidiendo con el atentado del maratón de Boston, en 2013; el Tercer Concilio Vaticano, 2014; los ataques terroristas de París, 2015; y las elecciones presidenciales en Estados Unidos, del año 2016.

Para distinguir las noticias ciertas de las falsas, los investigadores del MIT se basaron en las evaluaciones de seis organizaciones independientes, como FactCheck, PolitiFact o Snopes, especializadas en contrastar la veracidad de las informaciones publicadas en los medios.

En general, ese tipo de informaciones falsas se difunden más que las ciertas, no necesariamente debido a la mala fe de usuarios que propagan mentiras a conciencia, sino, sobre todo, porque resultan más interesantes.

Esto hace suponer, que las mismas parecen más novedosas y la gente es más propensa a compartir las novedades y apelan más a las emociones, como la sorpresa y la indignación.

El antídoto contra las “noticias falsas” está en la búsqueda permanente de la verdad noticiosa, para lo cual están los profesionales del periodismo, que aprenden en las aulas los valores y las técnicas para determinar cuándo un acontecimiento puede considerare noticioso.



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