Hombre y mujer

Hombre y mujer

Hombre y mujer

Raphy D'Oleo, empresario artístico

Los contrastes entre hombres y mujeres vienen marcados por diferencias anatómicas y mentales. Las primeras son obvias, las segundas son derivaciones conductuales o emocionales.

Una mujer centra su atención en apoyo y colaboración, en visualizar el mundo a través del prisma de la socialización. El hombre se enfoca en competir, desafiar y obtener resultados inmediatos. Por eso en una carrera a distancia la mujer ve la curva al final del camino, el hombre la ve, pero cuando la está doblando. Esta característica de inmediatez le permite enamorarse más rápido, mientras que, a ella, más veces.

Las diferencias conceptuales entre ellos son temas de debates antológicos: Después del sexo ella quiere hablar, mientras que él quiere dormir. La mujer es feliz sirviendo a los demás, el hombre sirviéndose a sí mismo. Si consideramos que ambos fueran copas, ella se preocupa por la boca del momento puesta en su copa; él, por cuantas bocas han pasado por su copa. Por eso la mujer perdona, pero ni olvida ni transige, mientras que el hombre, ni perdona, ni olvida, pero si sucumbe y chantajea.

Ella es lo más parecido a Dios: crea, sostiene, soporta y se disfruta lo bueno. Él es lo más parecido al infierno: quema, destruye, atormenta y se regocija en lo malo. El dolor es para la mujer una enseñanza, el precio de obtener lo que quiere. Para el hombre es un sacrificio, el pago por conseguir lo que desea. La fémina tiene un concepto más elevado de la moral y las buenas costumbres; el hombre tiene la costumbre de elevar su beneficio personal por encima del concepto moral.

Nuestros abuelos tienen una visión holística de estas divergencias genéricas. Para la abuela, la mujer debe ser todo ternura y amor, madre de sus hijos y abnegada consentidora de los nietos, para el abuelo, machista hasta el tuétano, el hombre se describe así mismo con esta frase: Los hijos de mis hijas, mis nietos son, los de mis hijos, no sé de quién son.



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