Desde el gobierno hay un manifiesto interés de que la suspensión de las elecciones el domingo pasado no altere el normal desenvolvimiento del país.

La oposición ha manifestado su compromiso con la institucionalidad y la estabilidad social y económica.

Los empresarios, los obispos, los evangélicos y organizaciones de la sociedad civil han hecho llamados a la concordia.

De igual manera todos han reclamado investigar los hechos que dieron al traste con las elecciones municipales y que se apliquen las sanciones correspondientes a los responsables.

Parece que en esos puntos todos están de acuerdo, pues entonces hay que empezar a actuar en consecuencia.

Los partidos políticos bien pueden dar un ejemplo y mostrar una actitud dialogante para sacar adelante el proceso electoral sin que se vea afectada la estabilidad económica y social del país.

Ese liderazgo político haría bien en mirarse a la cara y mostrar que realmente para ellos el país está por encima de los intereses particulares o partidarios.

Oficialismo y oposición tienen la obligación de aferrarse a las reglas del juego durante la campaña, no crearle sobresaltos innecesarios a la población y desterrar los dispendios.

La Junta merece una mención diferenciada pues en medio del mar de dudas en que transita tiene la responsabilidad de ser un punto de encuentro entre los intereses partidarios que luchan por el poder.

Ahora más que nunca, de la Junta se espera sabiduría, firmeza en el cumplimiento y aplicación de la Ley, austeridad, sabiduría, actitud conciliadora, abierta al diálogo y, sobre todo, despejar elementos que puedan despertar más dudas.

De la Junta esperamos que pueda trabajar intensamente en la preparación de las elecciones y que simultáneamente sea activa en la búsqueda de la verdad con relación a los incidentes que obligaron a la suspensión de las elecciones.

Estamos en un momento difícil, pero podemos salir fortalecidos si la población ve y siente que el liderazgo nacional se comporta a la altura de las circunstancias.