Nadie en el país se imaginó el desenlace violento y dramático que tuvo el fin de semana. Nadie pensó que en un día retrocederíamos al periodo de las cavernas, donde la ley era impuesta por la violencia más absurda.

La muerte del exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Mateo Aquino Febrillet, nunca debió suceder.

El hecho, independientemente de que actúe la Justicia, debe servir para que la sociedad lleve a los partidos políticos a la reflexión, a la crítica, al compromiso público de bajar los niveles de intransigencia y desborde emocional. No podemos tolerar que proliferen armas y disparos cuando una idea o decisión no favorece a un sector.

En EL DÍA no podemos guardar silencio ante la escalada de violencia que vivimos.

Una vez más levantamos nuestra voz de alerta. El camino que está tomando el presente proceso electoral ya preocupa seriamente. Todavía nos falta un trecho muy sensible por recorrer.

De manera que estamos a tiempo para reorientar las emociones y demandar de los sectores políticos ajustarse a las expectativas de los ciudadanos, que esperan un clima de mayor sosiego y esperanzas.

Todavía hoy el país no se repone de estos lamentables acontecimientos.

El presente debe servir como el mejor tiempo y espacio para la reflexión. No podemos avanzar con pasos firmes a un proceso democrático si el miedo se impone en las calles a sangre y fuego.

Los líderes de los partidos políticos tienen que exhibir mayor responsabilidad; y deben hablar y restituir, cuanto antes, la confianza en el proceso que se avecina, herida de muerte en el pasado fin de semana.