Cero discriminación

Cero discriminación

Cero discriminación

El 1 de marzo fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Día de la Cero Discriminación para alertar al mundo sobre leyes y prácticas discriminatorias.

Vivir libre de discriminación es un derecho. La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 7 establece la protección contra todo tipo de discriminación.

Las sociedades que respetan y cumplen las leyes, las que han creado una cultura de derechos, son las que más repunte han tenido en lograr la cero discriminación.

Más allá de los éxitos en el ámbito legislativo, educar para la igualdad es una tarea pendiente que tenemos, si partimos de las experiencias cotidianas de discriminación de los siguientes colectivos:

Mujeres:

Las mujeres seguimos siendo ciudadanas de segunda categoría en la política, en las iglesias y en las mismas familias.

Si una mujer manifiesta aspiraciones políticas o interés de ocupar algún cargo, además de encontrar todo tipo de obstáculos, tendrá que cargar con el lastre de la cosificación de la mujer con su foco de atención en las tareas de cuidado, el sentido de propiedad por parte del hombre, el cuerpo, la ropa y los atributos físicos femeninos.

Discapacitados:

Miles de personas con discapacidad se enfrentan a una sociedad hostil, poco accesible tanto para una educación inclusiva como para andar por las calles, participar de la cultura o vivir de forma independiente como el resto de los mortales.

Ser negro:

Pese que gran mayoría de los dominicanos somos mulatos, el desprecio por el color de la piel negra y sus características, se expresa en el “bullying” al que tiene pelo riso o afro, y al negro pobre que tiene que soportar la humillación de escuchar frases como: “negro come coco”, “negro de mierda” o “el negro cuando no lo hace a la entrada, lo hace a la salida”.

La igualdad es el sostén del Estado de Derecho. Mientras se siga discriminando a las personas por ser mujeres, discapacitadas, negras, migrantes, pobres o por su diversidad sexual, los derechos, como decía Ronald Dorkin, siguen siendo un unicornio, una utopía.



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