Avalancha de auditorías

Avalancha de auditorías

Avalancha de auditorías

La reciente información, ampliamente divulgada por todos los medios de comunicación nacionales, en el sentido de que la Contraloría General de la república ha recibido una avalancha de solicitudes de auditorías en los ayuntamientos, merece ser justamente analizada y valorada por todos los sectores sensatos del país.

Pone en evidencia, en primer lugar, que ese organismo goza en estos momentos de excelente imagen y credibilidad, tal vez como nunca antes en su historia.

Por los comentarios producidos alrededor de esa noticia, se percibe el grado de confianza que la opinión pública tiene ahora en el ente oficial controlador, que realiza investigaciones imparcialmente, sin favor o temor.
Son pesquisas contables cuyos resultados quedan a la disposición general, entiéndase autoridades, grupos políticos, entidades ciudadanas y personas comunes.

Cuando emanan estas conclusiones y están visibles, incluso por los medios tecnológicos modernos, hay mucha tela por donde cortar y pueden ser material de consumo de los elementos vocingleros de la sociedad.

Cabe destacar que desde antes de esa avalancha de solicitudes, todavía no atendida, la Contraloría tiene en proceso de terminación más de 30 auditorías solicitadas por distintas instancias de la sociedad, entre ellas la Pepca.

Entre ellas están indagatorias en las municipalidades de Pedro Brand, Santiago, Barahona, Higüey, Programa Dominicana Limpia, La Romana, Amiama Gómez, San José de Ocoa, San Cristóbal, Peralvillo, El Seibo, Santo Domingo Este, Jimaní, Los Alcarrizos, La Cuchilla, Hato Mayor y Bohechío.

El fardo que tiene en manos la Contraloría es, pues, enorme y evidencia que necesita reforzamiento de personal calificado y concesión de tiempo para avanzar.

Félix Santana García —hombre de larga trayectoria contable en el gobierno y en el sector privado, de seriedad fuera de serie— designado contralor general hace poco más de un año, debe estar rascándose la cabeza y “sudando la gota gorda” ante tanto trabajo, no obstante el reposo y mesura con que él se desenvuelve.

A pesar de que ha dicho que “en la Contraloría trabajamos a pasos de gigante y con la devoción de una hormiga”, los sectores sensatos de la población deben entender que por razones materiales y la dimensión del Estado dominicano, las acciones de la Contraloría tienen limitaciones naturales y no pueden ser apresuradas ni desbordadas.

*Por Jose Pimentel Muñoz



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