Revocar la visa, privada y oficial, al presidente de nuestra Junta Central Electoral podría entenderse sólo si es inevitable por las propias leyes estadounidenses o para presionar en busca de algún interés brumoso o ambas razones a la vez.
Sería difícil discutir la justeza o no de esta acción pero derecho sí asiste a cualquier Estado para decidir cuáles extranjeros visitan su país.
¿Qué habrá pasado? ¿Cuál de los posibles motivos justificaría tan notoria revocación? Quitar la visa a un funcionario importante es inusual y levanta roncha; provoca el escarnio. Si fuera venganza personal, mejor quitársela (si tiene) al Cardenal.
Un exfuncionario “desvisado” tras caer asesinados amigos narcotraficantes alegó inquina venérea; sus inquisidores están sub-júdice allá, por distintos ilícitos.
Roberto Rosario (el agraviado actual), nuestro flamante canciller y también las autoridades gringas, a mi juicio adeudan a la opinión pública alguna explicación, aún cuando legalmente no estén obligados a dilucidar nada.
Dizque hoy hablará la JCE; deberían pronunciarse el ministro Miguel Vargas Maldonado y el dulcemente bellaco embajador Wally Brewster.