Una historia para pensarla…

Una historia para pensarla…

Una historia para pensarla…

En una novela que releí recientemente, un reconocido periodista, encargado de una “Unidad de investigación” del periódico en que labora y cuya tarea es la producción de “reportajes profundos”, se detiene a pensar en los acontecimientos que le ha correspondido vivir las últimas horas.

Un antiguo conocido del que ignoraba su paradero, pero al que siempre consideró como “enigmático e impredecible” aunque “muy bien informado”, le hace una sorpresiva e inesperada llamada.

“Van a ocurrir eventos de gran importancia”, le dice. “Como eres un profesional que solo se debe a la verdad, es bueno que estés presente. Me comunico en breve”.

Intrigado, el comunicador advierte a uno de sus fotógrafos que no se retire pese a lo avanzado de la hora. Escucha el timbre a los pocos minutos.

El personaje le brinda las señas de un populoso barrio de la ciudad. Le indica “tres o cuatro calles” por las cuales puede penetrar al mismo.

El comunicador y su fotógrafo abordan un vehículo que aguarda por ellos. No debo narrar los detalles de lo que ocurre, para no privar a un eventual lector del “efecto sorpresa” que le reserva la lectura de la obra. Sí puedo adelantar que, horas después, cuando el comunicador retorna y toma asiento en su despacho, se siente “aterrado, conmocionado” por los eventos de los que ha sido testigo.

El fotógrafo se dirige al laboratorio y a los pocos minutos retorna para informarle que “en breve traerá varios mosaicos con las imágenes”. Ambos se miran y es también el fotógrafo, que se conoce por su excesiva verbosidad, quien le advierte que “a estas personas hay que tomarlas muy en serio…”.

El periodista se decide por llamar al director, pero este tarda en tomar el teléfono. Cuando lo hace se apura en narrarle, con voz agitada, lo que ha visto y añade que “en breve llego a su casa para darle más detalles”. El encargado, extrañamente, no reacciona de inmediato. Parece aturdido.

Se decide al fin y confiesa a su empleado (que es también persona de su confianza), que, unas horas atrás, un personaje muy relevante le había llamado para solicitarle que recibiera a “unos jóvenes” que “tenían algo importante que comunicarle y entregarle”.

-Solo puedo decirte que me han dejado unos compactos que ya he visto con evidencias terribles, yo diría que estremecedoras, de cosas que están ocurriendo. Por lo que me dices, creo que todos estos hechos tienen un solo origen.

Acuerdan verse en el apartamento del director. El ejecutivo periodístico, se dirige a la oficina que ha habilitado en su hogar y empieza a buscar documentos y publicaciones que ha estado recibiendo en los últimos tiempos, puede que meses quizás años.

Se confiesa su malestar “por no haberle prestado mucha atención”. Ahora, a la luz de los últimos acontecimientos que le acaba de narrar su empleado y que califica como “pavorosos”, medita que “ciertamente debe tratarse de las mismas personas”.

Toma una libreta y un bolígrafo y a medida que avanza en su revisión de los documentos que acaba de desempolvar va tomando apuntes.

“En una situación como esta que empeora de manera gradual” escribe, “y cuanto ocurre, por malo que sea queda sin respuesta ni soluciones reales, esta gente se plantea la necesidad perentoria de actuar”.

“Es probable que en nuestra historia encuentren un modelo a seguir. Una agrupación cerrada, con propósitos que ellos consideran fundamentales”, prosigue. “Se trata de individuos con una paciencia envidiable, y eso se deduce por el tiempo que dedican a cada cosa, la minuciosidad, el manejo de los detalles”.

“Se deciden por constituir una “Sociedad” que les permita situarse y proceder. No van a seguir los caminos que otros han recorrido. Piensan en una hermandad con propósitos que ellos consideran fundamentales.

Que se plantea en un momento crucial una ruptura radical y absoluta con un estado de cosas. No parece que importen los riesgos a correr, la cárcel, los poderes establecidos, el sacrificio, la muerte misma”.

“La cúpula de este proyecto parece estar integrada por personas muy sofisticadas y cautelosas, porque para construir un engranaje de esa naturaleza de forma secreta y sin fisuras ante los cuerpos de vigilancia criollos y foráneos es preciso poseer una preparación y una elevada dosis de convicción e inteligencia”…



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