Recuperando la capacidad de asombro: una reflexión necesaria

Recuperando la capacidad de asombro: una reflexión necesaria

Recuperando la capacidad de asombro: una reflexión necesaria

La capacidad de asombro, esa chispa que enciende nuestra curiosidad y nos invita a maravillarnos ante lo desconocido, es esencial para nuestro bienestar emocional y mental. El psicólogo Juan Ramírez nos recuerda que este sentimiento nos motiva y nos enseña, formando parte intrínseca de nuestra humanidad.

Sin embargo, en la vorágine de la vida moderna, corremos el riesgo de perder esta capacidad tan preciada. Nos acostumbramos a lo rutinario, aceptando lo ordinario como extraordinario y perdiendo de vista la magia que nos rodea. Cuando dejamos de asombrarnos, perdemos la conexión con nuestra esencia, convirtiéndonos en individuos insípidos, carentes de emoción y pasión por la vida.

¿Cuál es la solución ante esta pérdida de asombro? Es crucial buscar ayuda psicológica y explorar las raíces de este fenómeno. Factores genéticos, biológicos, psicológicos y sociales pueden contribuir a esta disminución en nuestra capacidad de maravillarnos. Desde la predisposición genética hasta experiencias traumáticas, cada individuo puede tener su propia historia detrás de esta pérdida.

El Padre Alejandro de la Cruz, en su perspectiva espiritual, también nos llama a detenernos y contemplar el mundo que nos rodea. En un mundo obsesionado con la velocidad y la eficiencia, la pausa se convierte en un acto revolucionario. Detenernos nos permite apreciar la belleza de lo cotidiano, reconociendo las maravillas de la vida que nos rodea.

En un momento donde la tecnología nos ofrece respuestas instantáneas y todo está al alcance de un clic, es más importante que nunca cultivar la capacidad de asombro. Detenernos, contemplar y maravillarnos ante la creación, ya sea en la naturaleza o en las interacciones humanas, nos conecta con lo divino y nos recuerda la belleza de estar vivos.

Recuperar la capacidad de asombro no es solo un acto individual, sino un llamado a reconectar con nuestra humanidad compartida. Es un recordatorio de que, aunque creamos conocerlo todo, el mundo siempre nos reserva sorpresas y maravillas que aguardan ser descubiertas.