Sembrar la verdad

Sembrar la verdad

Sembrar la verdad

Wilfredo Mora

Los manifestantes de la Plaza de la Bandera forman parte de los jóvenes que trabajan por la democracia, la identidad y la libertad.

Probablemente ellos saben lo que no quieren ser, y así están descubriéndose a sí mismo, paulatinamente. Por ejemplo, no sabían que iban a ser unos actores y/o protagonistas de primer orden en estas contiendas electorales y en luchar contra la falta de integridad del actual gobierno.

Para liberarse de la aporía sobre la verdad que dice “miento cuanto hablo”, ellos han optado por manifestarse pacíficamente, pero con cierta estridencia. En segmentos de tiempos diferentes, suenan calderos durante diez minutos para mostrar su descuerdo al modo en que los funcionarios se están enriqueciendo en base a la corrupción.

A medida que se acerca el día de las elecciones se enerva el ánimo de la multitud. Cualquier episodio de la vida nacional está relacionado a este sentimiento colectivo. En el 176 aniversario de la Independencia Nacional el instinto patrio se conjuró en mostrar que su lucha iba con más fuerza. El arte y la cultura le sumaron mayor sentido, y hasta deslucieron el desfile oficial del gobierno.

Sembrar la verdad de la corrupción. Eso es lo que se propone la gente. Pedirle cuenta a sus funcionarios, que nunca han dicho la verdad. No importa los logros que el gobierno haya realizado, es la vergüenza que entraña esos logros. La sangre que entrañan esos procederes fue el disparador para pensar las respuestas que debían tomarse, y ese fue el camino que poco a poco fue adoptando la lucha.

La construcción de la verdad puede ser difícil en clave de ciencia y de filosofía, pero la multitud se deja guiar por sus instintos. Ahí está el slogan, las frases emblemáticas, los anatemas. ¡Pero la Plaza de la Bandera es la Plaza de la Bandera!

Miles de ojos se miran entre sí, y saben que es esta es su oportunidad. Quieren otro color al frente del gobierno. Uno que no sea arrogante de creer que puede durar 40 años en el poder. Uno que deje de mentir cuando hable, pues la verdad ahora está en los que se expresan en la Plaza de la Bandera.

Desde mi punto de vista, veo todo estos eventos como una lección de moralización hacia el gobierno. En el pasado, la gente se hastió en reclamar calles, escasez de agua y otros servicios, seguridad ciudadana; ahora es el momento decisivo, saben que no hay memoria sin memoria, ni verdad sin verdad.

Pero cuidado con la verdad, aun este en su lugar y en el tiempo justo, es tremendamente peligroso en su relación con los que detentan el poder: la verdad puede desvincularse de la verdad y seguir la vida de infamia y de perversión. Si no, recuérdese a Epiménides, el cretense que afirmaba que “todos los cretenses eran unos mentirosos”, cuando él mismo era de la isla de Creta.



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