Por la gracia y misericordia de Dios vimos el 2018 y podemos decir con agradecimiento, ¨durante todo el año el Señor estuvo con nosotros, aconsejándonos, quitando de nuestras vidas las piedras de tropiezos, sanando nuestras enfermedades y cuando no, hablando a nuestras vidas para que entendamos su propósito de eternidad para nosotros y enseñándonos a pedir como conviene¨.

Un año donde día tras día supliste nuestras necesidades, no precisamente nuestras ambiciones, llevándonos de la mano en torno a que entendamos que cada día trae su afán, y que lo que has destinado para nosotros llega cuando tu propósito sea cumplido, ni un día más ni un día menos.

Llegó el 2019 y cada uno tiene planes, proyectos y metas, y que bueno, recordando que para que los mismos se hagan tenemos que trabajar duro, pero si queremos ser victoriosos tenemos que tener a Dios como arquitecto de nuestras vidas.

Nada se compara a la paz espiritual, el saber que estamos en el hueco de la mano de Dios y que tenemos nuestros oídos prestos para escuchar su voz. Esto únicamente se consigue teniendo una estrecha comunión con el Altísimo.

Deseemos de todo corazón vivir a la manera de Dios, con integridad y humildad de espíritu, a Él no le podemos engañar. Que en todo tiempo su presencia nos dirija. Que entendamos que vivir es Cristo y el morir es ganancia… cuando gozosos proclamemos esto último, entonces podremos vivir con paz interior y sin temor al porvenir.

En lo particular el 2018 fue un año bendecido y la gloria y honra es únicamente de Él. Solo puedo decir…Gracias mi gran y único Dios por cada momento a mi lado, por tu propósito cumplido en nosotros, por tus promesas que son con carácter de eternidad, por la sabiduría otorgada, por el discernimiento adquirido, por no desmayar en enseñarme a ver la viga en mi ojo antes de juzgar la paja en el ojo de mi prójimo, pues el juzgar está en tu absoluta soberanía.

Gracias mi Jesús porque me eres SUFICIENTE; por sellar en mi corazón que «todo me es lícito pero no todo conviene», porque en mis momentos de debilidad ante cualquier enfermedad y/o circunstancia no me dejaste tocar fondo y enviaste ángeles a recordarme que no estamos solos, por llenar mi corazón del gozo de saberme tu hija, por darme amor para mi prójimo, sentir alegría de poder sonreírle, darle un abrazo, una palabra de amor, por hacerme saber lo vital e importante de orar los unos por los otros y por enseñarme que es mejor dar que recibir, y a través de tu Santo Espíritu instarme a amar lo bueno y desechar lo malo.

Que este 2019 que nos regalas podamos enteramente depositarlo en tus manos, pues nada fuera de ti queremos, y como ciudadanos dominicanos podamos crecer en la integridad (cuánto lo necesitamos), responsabilidad social y amor por la Patria, que seas tu guiándonos como nación a puerto seguro.

Hágase tu Santa Voluntad aquí en la tierra, en nuestra hermosa Quisqueya, en mi vida y en mi familia, como se hace allá en el Cielo. Te amo mi gran Dios.