Este año me deja muchas lecciones. He aprendido que puedes soltar lastres, pero el vacío que dejan no es tan fácil de llenar, te acompaña por un tiempo hasta que un día te das cuenta de que ya no te afectan, que has conseguido de verdad dejarlos ir. Toda una liberación.

He aprendido que hay personas que solo escuchan a su ego porque no tienen el valor para enfrentar sus propios defectos y, definitivamente, es imposible ayudarles.

He descubierto que siempre llega a tu vida esa persona que te dice las cosas como son, a corazón abierto, y que depende de ti escucharle y tomar el camino adecuado.

También he descubierto que hay personas que se visten de hipocresía mientras eres de utilidad, cuando dejas de serlo, todo cambia. Pero al final la soledad es la que les visita, porque todo lo malo que haces en esta vida se devuelve (eso lo aprendí hace mucho).

He aprendido que no hay nada como confiar en los demás y permitir que te acompañen en los éxitos y en los fracasos, solos no podemos.

He podido ver a gente muy querida luchar batallas y poder decirles: cuenta conmigo.
He aprendido que hay muchas señales a nuestro alrededor que nos indican hacia dónde ir, pero que preferimos acomodarnos en lo malo conocido.

Pero de igual forma he sentido que cuando sales de esa zona confortable y te arriesgas la sensación es única, el proceso te hace más fuerte y siempre, siempre, el resultado es mejor de lo que esperabas.

He asumido que el tiempo pasa muy rápido cuando siempre haces lo mismo, pero que te regala experiencias únicas cuando decides, de verdad, aprovecharlo. He declarado 2019 como un año de avance.
Y tú, ¿qué has aprendido?