Hay algo que nunca voy a comprender del ser humano. Caminar en círculos, tropezar con la misma piedra y sobre todo repetir actitudes negativas.

Observo constantemente personas quejándose por lo mismo, peleando por las mismas cosas y actuando de igual forma sin importar el paso de los años. Y aun siendo muchas veces conscientes de lo mismo, incluso verbalizarlo, vuelven a entrar en esa espiral.

En esta época de tanto autoconocimiento, de personas que te dicen cómo ser más feliz y todo eso, siento que en vez de avanzar lo que hacemos es ponernos esa máscara que esperan los demás o que nos permite interpretar algo, pero que es solo una fachada para encajar y al final nos mantenemos anclados en lo mismo.

Es que cuesta mucho reconocer las cosas. Esos aprendizajes de los que se hablan suenan muy bien, pero aplicarlos es otra cosa.

Y además no escuchamos, preferimos las zonas de confort frente a lo que no podemos controlar y sobre todo esperar a que los demás resuelvan las cosas. Pero eso sí, imponiendo nuestra decisión por encima de todo y opinando absolutamente de todo. No soporto caminar en círculos, si no siento que avanzo me entran ganas de salir corriendo.

Me he equivocado muchas veces, pero si algo tengo claro es que siempre ha sido para ir hacia delante.
No me gusta el enfrentamiento, pero mucho menos el abuso de poder, la ignorancia de la prepotencia y los egos mal manejados.

Hace poco me preguntaron: ¿por qué luces tan tranquila? Y no pude responder en el momento, pero sí tengo claro que es porque reconozco, aprendo y actúo.

De esta forma, aun con la derrota a cuestas, sigo mirando hacia el frente. Si logro el éxito, sigo igualmente, más completa, pero hacia atrás, nunca.