La vida, es un viaje lindo

La vida, es un viaje lindo

La vida, es un viaje lindo

Venecia Joaquín

He estado reflexionando sobre la vida. ¿Qué es la vida? Es el espacio que abarca desde que naces hasta que mueres; es como un viaje, sales al nacer y regresas al morir; con sus altas y bajas, con sus tristezas y alegrías, llegar a la vida y disfrutarla en libertad es tener el privilegio de conocer áreas, eventos, situaciones interesantes y los más variados recursos para deleitarte acorde a tu íntimo sentir.

Hacemos el viaje, llegamos a la vida, pero no sabemos cuándo termina. Para disfrutar esta excursión, en cada parada, niñez, juventud, adultez, el ser humano debe aprender a desarrollar sus potencialidades, establecerse metas, prioridades y de la inmensa variedad de recursos disponibles, tomar lo más adecuado para alcanzar los fines.

En principio, los padres, quienes traen los hijos a la vida, los guían, los llevan de las manos; cuando son adultos, deben dejarlos “volar solos”; la tranquilidad de que seguirán por buen camino dependerá de la plataforma de valores morales establecida; de ahí, que deben enseñarles a buscar el camino que los conduzca a ser felices, sin hacerle daño al prójimo, más bien ayudando para que la sociedad sea más justa, armónica, humana.

Los cristianos recuerdan sin cesar que Dios envió a su hijo Jesús para salvar la humanidad, para con sus principios, actitudes y acciones, guiarla por la ruta del bien, de la tranquilidad.

Hacer el viaje a la vida, ¡vivirla ¡!, es ejecutar actividades, tareas que proyecten lo mejor del YO interior y de la comunidad, para recrearse en paz.

No importa la edad del individuo ni el lugar donde esté, lo importante es conocer y aprovechar el entorno, para aprender, compartir, para realizaciones personales y sociales que alegren el diario vivir; recordando, que más que lo material, lo importante es la paz espiritual; que no debemos llegar ni proporcionar el viaje a la vida para ser un esclavo ni un vegetal que ocupe un espacio, que otros deban cargar; debemos ser dinámicos, activos, libres, aportando lo mejor desde el escenario donde nos encontremos.

Vida, huellas, muerte, es un esquema que no cambia; debemos imitar a Jesús, debemos dejar pisadas, pinceladas, que conduzcan a la humanidad hacia la unión, a la paz. Tanto en la zona rural como en la zona urbana, en naciones pobres, como en grandes potencias, con poco o muchos recursos, el vivir es fácil; sólo debemos actuar con humildad, proyectando valores positivos que unan, permitan el goce y engrandezcan la comunidad.

No olvidemos que traer hijos, viajar con ellos por la vida y enseñarles lo vivido es como formar un equipo sólido para contribuir en la formación humana del mundo; se logra, dependiendo de las lecciones dadas; ellas determinarán si serán libres, humildes, generosos, aportando lo mejor de sí en cualquier escenario donde se encuentren o si serán esclavos, inhumanos, dependientes de lo material.

Indiscutiblemente, debemos darles a nuestros hijos el mejor instrumento para disfrutar sin temores: valores positivos, formando personas solidarias, capaces de amar, perdonar, gozar, compartir lo que tienen y ayudar a los demás; así encontraran que el viaje a la vida es lindo; que la paz es el mejor legado, siembra o huella que podemos dejar para la humanidad.