La normalidad en La Victoria

La normalidad en La Victoria

La normalidad en La Victoria

La normalidad de las cárceles dominicanas es de una lamentable y dolorosa descomposición biológica, moral y social de las personas que por alguna causa van a dar a estos almacenes, valga el exceso, porque a los bienes almacenados probablemente se les atribuye algún valor y se hacen esfuerzos por conservarlos en buen estado.

Esto a propósito de afirmaciones hechas ayer en medios de comunicación y en redes sociales acerca del retorno de la “normalidad” a la Penitenciaría Nacional de La Victoria, afectada por un incendio el día 18 de marzo pasado.

Con el fuego, de acuerdo con esta apreciación, se habría perdido la normalidad en medio de la cual se desenvolvía.
Una normalidad que le costó la vida a por lo menos 13 de los reclusos, provocó el traslado de miles a otras áreas del penal y a otros centros penitenciarios, causó daños materiales importantes en varios pabellones, le costó el puesto a la coronela María Isabel Gil Morales, sufrimiento a quienes perdieron parientes por el siniestro y angustia a quienes desconocían el paradero de otros.

Parte de la “normalidad” en el Penal de La Victoria y en varias otras cárceles del denominado Viejo Modelo Penitenciario lo es el hacinamiento, las enfermedades, algunas de ellas catastróficas, la carencia de un registro de quién es quién y dónde está, así como la presencia en un alto número de presos preventivos en un ambiente inhumano y deshumanizante.

El regreso de la normalidad al Penal de La Victoria debe ser una mala noticia.

El incendio del pasado día 18 sirvió, en medio de las calamidades enumeradas en un párrafo anterior, para llamar la atención sobre la existencia de un centro de reclusión de sus características en las narices de todos: de la opinión pública en sentido general y de las autoridades de todos los niveles.
Esperemos que la normalidad no nos anestesie de nuevo.



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