¿Quién cuida nuestra soberanía?

¿Quién cuida nuestra soberanía?

¿Quién cuida nuestra soberanía?

David Álvarez Martín

 

La sociedad dominicana surgió entre el siglo XVII y el XVIII por las insensatas medidas tomadas por Felipe III al autorizar las devastaciones del territorio occidental de la isla. Esa decisión destruyó el incipiente comercio de los criollos con otros reinos europeos y nos sumió en la espantosa miseria de ese siglo. Cuando los borbones franceses pasaron a gobernar también España en el XVIII vivimos un cierto despegue del comercio entre ambas colonias. Al finalizar ese siglo Saint Domingue económicamente era muchas veces más desarrollada que Santo Domingo, mucho más, inversamente, que lo que es hoy República Dominicana respecto de Haití.

El estallido de la revolución francesa en 1789 cambió la historia de Europa y de las colonias españolas de América, y aceleró nuestra historia como pueblo. Ese hecho ocurrió después de la revolución de las 13 colonias y a su vez fue el catalizador de la revolución haitiana que conduciría a la proclamación del segundo Estado independiente de nuestro continente en 1804. Todavía el pueblo dominicano no encontraba un liderazgo que forjara un Estado independiente, como lo había hecho Haití y lo estaban haciendo muchos pueblos en el sur de nuestro continente.

Aunque los hateros desalojaron a los franceses de la parte oriental de la isla, lo hicieron para volver a ser españoles -cuando España era dominada por Francia-, querían retornar a la misma España que nos había entregado en 1795. Y nos hundimos en una década de miseria y aislamiento del mundo. Una mal llamada independencia desembocó en solicitar a la Gran Colombia su protección. Para el liderazgo haitiano tener un vecino tan díscolo y proclive a someterse a potencias foráneas era la puerta abierta para el retorno de la esclavitud y la disolución de su Estado, por lo que ocuparon la parte oriental.

Fueron los beneficios económicos del Estado haitiano lo que permitió el desarrollo de una pequeña burguesía que asumió la lucha por un Estado independiente dominicano. Incluso los trinitarios se aliaron a los reformistas haitianos y en un doble movimiento colaboraron en derrocar a Boyer y proclamar la Independencia de la parte oriental. Con muchas dificultades el plan tuvo éxito, pero en pocas semanas los sectores anexionistas tomaron el poder y expulsaron a los independentistas. Eso condujo a la Anexión de España en 1861 y como consecuencia una lucha popular que demostró la voluntad de nuestro pueblo de no ser gobernado por extranjeros. Tradicionalmente el pueblo es más firme en defender su soberanía que los líderes que ha sufrido.

Varios gobiernos durante el último cuarto del siglo XIX intentaron vender el país y una anexión con Estados Unidos estuvo a punto de ejecutarse. Al iniciarse el siglo XX en su expansión hacia el sur fuimos ocupados financieramente y luego militarmente en 1916 por los Estados Unidos. Quienes salieron a pelear contra los marines fueron campesinos del este y del sur. ¡A Olivorio ni lo nombran! De esa sangrienta dictadura militar norteamericana de 8 años recibimos como herencia la criminal tiranía de Trujillo que nos gobernó como si fuéramos ganado de su finca por tres décadas.

La primavera democrática esperada llegó con el gobierno de Bosch -con el 60% de los votos, la mayoría campesina y pobre- que durante sus siete meses defendió la soberanía nacional en todos los niveles, y en gran medida por eso los sectores sociales más atrasados del país, los militares y contando con la tolerancia de los Estados Unidos lo derrocaron. Cuando un año y siete meses después militares y civiles dieron un contra golpe victorioso para recuperar la constitucionalidad, Estados Unidos nos invadió salvajemente y logró imponer a Balaguer por doce años. Es incontable la sangre derramada por lo mejor de nuestra juventud desde el derrocamiento de Bosch hasta 1978.

El sometimiento a la voluntad de las potencias extranjeras ha sido predominante en el liderazgo político dominicano, con la grande y honrosa excepción de Juan Bosch. Hay que reconocer que en el primer gobierno de Leonel Fernández el restablecimiento de relaciones con Cuba y otras acciones en las relaciones internacionales nos sacó de nuestra cueva insular y afirmó nuestra autodeterminación sin pedir permisos imperiales. Algunos cavernícolas creían que al día siguiente de la visita de Fidel los marines nos invadirían.

No bien salimos del asombro de que el liderazgo más reaccionario del país propusiera hace unas semanas volver a Taiwán, aliado a sectores criminales de Miami-y otro de igual catadura propuso un homenaje a Trump-, cuando el presidente plantea que controlará las relaciones con China para no ofender a los Estados Unidos. El recordado boche a Feris por la carta al Foro de Sao Paulo no fue un accidente, fue un síntoma.No obstante me alegro de que hayan designado al senador Antonio Taveras-pero debió ir el Canciller- como representante de nuestro país en el retorno a la democracia en Bolivia luego del golpe de Estado.

Sumemos a esos hechos bochornosos que, mientras plagiaron la Marca País (el negocio lo montaron los de antes y lo ejecutaron los de ahora), descubrimos que la mayor parte de nuestra herencia republicana en el Museo de Historia la tuvieron años arrumbándose en viejos contenedores, por lo que a unos y otros les importa un comino la dignidad del pueblo dominicano en el concierto de las naciones. Al trumpismo puede quedarle días o años, pero para un estadista dominicano ese no debe ser el criterio para impulsar el desarrollo soberano de su pueblo.