Uno de los elementos medulares de la  conciencia dominicana es la estafa que padecieron los Taínos cuando los castellanos les cambiaban pepitas de oro por espejitos.

No hay texto escolar de historia que no lo indique. Por tanto cualquier asunto que trate sobre la extracción del oro de nuestro suelo toca las fibras más hondas de nuestro pueblo.

 Nadie en su sano juicio pediría que esa riqueza de nuestra naturaleza sea dejada oculta en las entrañas de nuestra tierra, pero tampoco es tolerable que, al igual que en el inicio de la conquista europea, nos sea robada esa riqueza, ni por nacionales, ni por extranjeros.

El oro es propiedad del pueblo dominicano y es deber del Estado  garantizar que su extracción beneficie a toda la sociedad y no que  vaya a parar a los bolsillos de unos cuantos. 

Tenemos un presidente comprometido con el bienestar de todo el pueblo dominicano y ha enfrentado a la Barrick Gold y su contrato de estafa que fue aprobado por malos dominicanos en el Congreso y el Gobierno, con el beneplácito de muchos empresarios que sacan beneficios de esa empresa.

Es un reto para el actual  gobierno lograr un acuerdo que recupere los beneficios que la extracción de nuestro oro debe beneficiarnos.

 A Danilo Medina hay que pedirle valor y entereza -no dudo que dichos rasgos le adornan- pero también precaución frente a funcionarios cercanos a él que favorecen a la Barrick Gold y a sectores poderosos del  gran capital que le atacarán por su postura.

El oro es nuestro y merecemos la parte justa de su extracción. ¡No más espejitos!