Washington.-Barack Obama presentó ayer su plan para reducir el déficit público en los próximos 10 años.

El programa propone un ahorro de unos 4,4 billones de dólares: algo más de tres billones de euros al cambio actual.

 Un billón de dólares ya estaba incluido en la agenda y es el fruto del final de las guerras de Iraq y Afganistán. Los otros tres quiere recaudarlos Obama por dos vías simétricas: la mitad a base de recortes del gasto y la otra mitad con nuevos impuestos.

 Los recortes estaban sobre la mesa desde el verano y debe decidirlos una comisión de 12 congresistas antes de diciembre. Las subidas de impuestos son una propuesta novedosa, pero se antoja difícil que los apruebe la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.

 “Washington tiene que dejar de vivir por encima de sus posibilidades”, ha explicado Obama en el jardín de la Casa Blanca, “tenemos que recortar lo que no podemos permitirnos para hacer sitio para lo que de verdad importa”.

 La impresión general es que Obama no ha presentado un anuncio con vocación de consenso sino una suma de propuestas dirigidas a trazar las líneas maestras de su campaña por la reelección.

 El presidente quiere retratar a los republicanos como extremistas que prefieren recortar los servicios públicos en lugar de subir los impuestos a los más ricos.

“O subimos los impuestos a quienes más tienen o recortamos el gasto sanitario a los ancianos”, ha dicho, “no podemos permitirnos las dos cosas. Esto no es lucha de clases. Son matemáticas”.

 Oposición republicana

Los republicanos han anunciado que no aceptarán ninguna propuesta que incluya más presión fiscal y la Casa Blanca ha respondido que no aceptará recortes en la Sanidad pública si no vienen acompañados por subidas de impuestos. Dos posturas antagónicas que anuncian un choque similar al que propició en agosto la subida del techo de gasto.

 La voluntad del Presidente es hacer tributar más a quienes más tienen a partir de 2013 y sus planes incluyen subidas de impuestos por valor de algo más de un millón de euros.

Hoy por hoy alrededor de 450,000 millonarios estadounidenses tributan un 15% por los beneficios que generan sus inversiones. Obama quiere que tributen al 35 por ciento.