Matanzas, Nagua.-Han pasado 66 años desde que un maremoto destruyó a San José de Matanzas, Nagua, tras un temblor de 8.1 grados en la escala de Richter.
El domingo 4 de agosto de 1946, Patria Ortiz Vélez, Confesor de la Rosa y Leovigildo Ramón Polanco fueron solo algunos de los testigos del terremoto que devastó la nación y vieron como el mar se tragó una comunidad completa.
Para ese entonces tenían 14, 28 y 11 años de edad, respectivamente, pero al narrar el suceso de manera individual no pudieron ocultar su tristeza, la angustia y la incertidumbre que vivieron en ese entonces.
El fatídico día
Patria Ortiz Vélez tiene hoy 75 años de edad, y con ojos llenos de lágrimas cuenta que ese día, entre el mediodía y las dos de la tarde, ella estaba planchando un vestido porque era la primera vez que se realizaba un concurso de belleza en la comunidad.
Cuando realizaba sus tareas domésticas oyó un estruendo, por lo que llamó a su mamá y le dijo: ¿Usted escuchó eso? A lo que ella le respondió: Salte de la casa para el patio, porque va a temblar la tierra.
La dama describió como la tierra se abría y las trombas de agua subían del mar hacia el pueblo.
Aún recuerda con terror que cuando el mar se alejó ellos salieron corriendo de manera veloz y con el temor como su única compañía.
Ortiz Vélez narró que espués del maremoto nunca ha vuelto a mojarse los pie en ese mar, porque, dijo en un tono fuerte: Yo vi seco el mar, y como un peje grande, que yo no encuentro con qué compararlo, brincaba en el suelo.
Los gritos y la novedad
El temblor fue tan fuerte que muchos cayeron al suelo, narró Confesor de la Rosa, de 93 años.
Luego de terminar el sismo, muchos salieron de las casas, que para esa época las eran de madera y montadas en pilotillos, de tabla palma y clavo, no había block. De la Rosa explicó que tras calmarse el temblor se dirigieron a la playa, al Viejo Matanzas, porque corrió como pólvora la noticia de que el mar se había recogido.
Al dirigirse hacia el lugar se encontraron con un grupo que venía corriendo, gritando y llorando porque el mar se había retirado. Antes se decía que cuando la mar se secara el mundo se iba a acabar, dijo.
Con 77 años hoy, Leovigildo Ramón Polanco señaló que el mar, tras su recogida, arropó dos veces al Viejo Matanzas.
La primera vez hizo que los ríos se crecieran y nos salvamos porque apareció una persona en una yola que nos cruzó, y de ahí corrimos hacia los lugares más altos.
Donde estaba el Viejo Matanzas hoy está la playa Los Gringos, lugar que sirve para el disfrute de muchos.
De esa comunidad, donde existían iglesia, parque y casas, solo queda un pedazo de roca del centro religioso que allí había y con el paso del tiempo lo cubre la arena de la ribera del mar.
El santo, la ayuda y Trujillo
Tras el evento, el presidente de ese entonces, Rafael Leonidas Trujillo, dispuso que enviaran ayuda por aire. La misma consistió en alimentos.
También que se colocaran 1,400 casas de campaña para formar un campamento de albergue.
Meses después que retornó la tranquilidad Trujillo ordenó la construcción de varias viviendas, actualmente es el municipio de Matanzas, donde aún existen modelos de aquellas construcciones, como se puede observar en la pequeña foto.
En los subsiguientes meses se sintieron más de mil réplicas.
La patrona de ese entonces era la Virgen del Rosario y en una visita que hizo José Francisco Trujillo Valdez, padre del dictador, y previo al evento, prometió enviarle un santo con el nombre de san José, para que cambiaran su patrón a San José de Matanzas y cortaran eso de la Virgen del Rosario.