Mirando a futuro en el corto plazo, una vez pase el verano, sea quien sea que resultase triunfador en las venideras elecciones presidenciales, tendrá que hacer un enorme esfuerzo legislativo que bien merece ponderarse.
La agenda inmediata está constituida por temas inconclusos, cuyo conocimiento y toma de decisión fueron aplazados por la presente campaña electoral.
Tal es el caso de la Ley de Partidos, cuya aprobación hubiese limitado en demasía los excesos que hoy se cometen, o al menos se alega que se cometen.
La agenda futura complica aún más el horizonte post electoral, puesto que las circunstancias en agosto/septiembre venideros prevén la necesidad de un enorme esfuerzo legislativo.
Si las elecciones son ganadas por el candidato de oposición, tendrá de frente todo un Congreso controlado por el partido de gobierno. Si resulta triunfador el candidato oficialista, este tendría un tránsito más suave, debido a la fidelidad partidaria de los congresistas.
Pero la nueva agenda incluye, en primer término, una extensa reforma fiscal que sea capaz de modernizar el aparato fiscal, el cual en los últimos años perdió su simplicidad y de nuevo se convierte en un manojo de intereses y respuestas coyunturales.
El esfuerzo legislativo
Mirando a futuro en el corto plazo, una vez pase el verano, sea quien sea que resultase triunfador en las venideras elecciones presidenciales, tendrá que hacer un enorme esfuerzo legislativo que bien merece ponderarse.
La agenda inmediata está constituida por temas inconclusos, cuyo conocimiento y toma de decisión fueron aplazados por la presente campaña electoral. Tal es el caso de la Ley de Partidos, cuya aprobación hubiese limitado en demasía los excesos que hoy se cometen, o al menos se alega que se cometen.
La agenda futura complica aún más el horizonte post electoral, puesto que las circunstancias en agosto/septiembre venideros prevén la necesidad de un enorme esfuerzo legislativo.
Si las elecciones son ganadas por el candidato de oposición, tendrá de frente todo un Congreso controlado por el partido de gobierno. Si resulta triunfador el candidato oficialista, este tendría un tránsito más suave, debido a la fidelidad partidaria de los congresistas.
Pero la nueva agenda incluye, en primer término, una extensa reforma fiscal que sea capaz de modernizar el aparato fiscal, el cual en los últimos años perdió su simplicidad y de nuevo se convierte en un manojo de intereses y respuestas coyunturales. Una reforma que restaure competitividad y aumente la presión tributaria sobre los que más riquezas acumulan, en escalas progresivas, capaz de incluir a esa enorme masa evasora que tanto daño le hace a la nación. Todo ello sin perder su popularidad política ni efectividad presidencial. El otro tema será la obligada renegociación de la deuda pública y la restauración de una acuerdo sombrilla con el FMI que implemente la confianza necesaria en los mercados internacionales como para el país ser exitoso en una renegociación de su deuda.
Todo un esfuerzo legislativo que debe ser bien ponderado por electorado al momento de depositar su voto.Una reforma que restaure competitividad y aumente la presión tributaria sobre los que más riquezas acumulan, en escalas progresivas, capaz de incluir a esa enorme masa evasora que tanto daño le hace a la nación. Todo ello sin perder su popularidad política ni efectividad presidencial.
El otro tema será la obligada renegociación de la deuda pública y la restauración de una acuerdo sombrilla con el FMI que implemente la confianza necesaria en los mercados internacionales como para el país ser exitoso en una renegociación de su deuda.
Todo un esfuerzo legislativo que debe ser bien ponderado por electorado al momento de depositar su voto.
