Desconectar

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Ana Blanco

Antes de empezar a escribir esta columna me he pasado media hora borrando mi suscripción a más de 30 newsletter que recibía a diario.

Algunos ni recuerdo cuándo fue que me suscribí o simplemente me llegaban porque alguien puso mi correo en esa lista. Mientras lo iba haciendo me daba cuenta que de esos como mucho abría dos o tres, el resto pasaban a ocupar espacio y olvido.

Y cuando busco la causa solo me surge una palabra: el tiempo. No tengo tiempo para abrir, leer y ver tantos correos. ¿Y realmente por qué los recibo? Ese deseo de estar continuamente informados, de miedo a perdernos cualquier cosa importante ha llegado con la comunicación digital, con el bombardeo continuo que tenemos por múltiples canales.

Y que conste que soy una defensora de leer, de consumir información y de estar al tanto de todo lo que pasa en el mundo. Pero al final del día es como si la cabeza te fuera a explotar entre lo que es necesario que esté ahí y lo que se ha colado sin darte cuenta.

Las personas que hablan de hacer un detox digital no están tan desencaminados. Creo que es necesario en todos los sentidos, leía también hace poco que los niños hasta los 2 años no deberían consumir a través de una pantalla porque retrasa el desarrollo de su cerebro.

Debemos dejar que este descanse, que conecte de manera real con su entorno, con las personas y que reciba estímulos que le den sosiego y no que esté en constante movimiento porque al final es agotador y llega un momento que no es cuestión de tiempo, es que tu mente está completamente saturada y no sabes ni siquiera por qué. Así que seamos más selectivos y aprendamos a desconectar de verdad. Es necesario.



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