Oídos en el corazón del pueblo

Oídos en el corazón del pueblo

Oídos en el corazón del pueblo

Roberto Marcallé Abreu

Estas palabras, pronunciadas por Jaime David Fernández Mirabal hace años, encierran una inmensa sabiduría. Y, para quienes ocupan los elevados sitiales de la conducción social, política y económica de la República Dominicana, deberían ser motivo de reflexión permanente.

Me vienen a la mente estas otras frases: “Mayoría silente”, “Fuerzas vivas”, acuñadas en otros tiempos y otras épocas. Y, no obstante, todas ellas con un solo significado: la profunda sabiduría del dominicano. Su sentido común.

La inteligencia colectiva.
Un pueblo puede ser engañado, manipulado, y hasta degradado hasta los últimos extremos.

Y, no obstante, siempre permanecerá un residuo, un germen, una célula, que se multiplicará y, tarde que temprano, restablecerá el equilibrio perdido. Es lo que nos enseña nuestra historia. Y es lo que explica que, a pesar de tantas situaciones azarosas, hemos sabido sobreponernos como pueblo y seguir, con muchos tropiezos, hacia adelante.

Tengo la certeza de que los meses y años venideros, serán definitivamente cruciales para la República Dominicana. Como la tengo de que serán muchas las realidades que van a sufrir una transformación inesperada.

Si se analizan ciertas variables, se puede creer que estamos en los albores de nuevos –no necesariamente mejores- tiempos.

Opino que nada será igual. Un análisis frío de nuestra situación nos inclina a pensar que seremos objeto de cambios tan determinantes que muchos quedaremos ciegos y mudos por el asombro.

¿Cómo saber lo que nos depara este futuro incierto, cargado de incertidumbre, tan oscuro como una noche sin estrellas, cómo enfrentarlo? Quizás, -y solo quizás- colocando nuestros oídos en el corazón del pueblo, como aconsejaba el dirigente político.

Imagino que la conflictiva realidad mundial y los grandes poderes nos tocarán de una manera que será muy dolorosa.

Tantas visitas de personas relevantes con una agenda de un solo tema, es evidencia de ello.

De hecho, ya estamos sufriendo los efectos de una nefasta reprogramación que se percibe en todas partes.

En ese contexto, un liderazgo dubitativo y complaciente, podría significar el fin de nuestra identidad nacional. Nuestra conducta histórica nos indica que, si queremos prevalecer, será preciso reencaminar ideales, esfuerzos y metas.

Y, para tales fines, un liderazgo con convicciones firmes y actitudes sobrias e indeclinables-a veces hasta patrióticamente intransigente- resulta imprescindible.

La organización social, como la hemos tolerado -cargada de vicios, de privilegios e injusticias inconcebibles y de una degradación y una depredación crecientes- deberá ser objeto de transformaciones drásticas.

La conducta pública de nuestro liderazgo tradicional, por la fuerza de las circunstancias, deberá ser reorientada de una manera que podría calificarse como crucial.

Si se quiere una plataforma inobjetable en la defensa de los intereses patrios, sugiero la adopción de los postulados de la carta enviada por un grupo de notables dominicanos al secretario general de las Naciones Unidas.

El amor por la Patria de los suscribientes, su coherencia, su cultura, su historia personal, está al margen de toda discusión.

Este espacio, como resulta evidente, es demasiado apretado para una exposición como la que el tema amerita.

Pero es preciso que realicemos el esencial “examen de conciencia” porque, me atrevo a adelantar, nada será lo mismo y, para preservar aún sea un mínimo-y quiera Dios que sea un máximo- de nuestros más caros valores nacionales, será necesaria una entereza que, con contadas excepciones, ha estado ausente en las últimas décadas de nuestra accidentada historia.

Una historia sobre la cual hay que volver una y otra vez. El surgimiento de la nacionalidad dominicana, de nuestro carácter como pueblo, la independencia efímera, la independencia nacional, la restauración, la liquidación de la Era de Trujillo, la elección de Bosch en 1962, el levantamiento popular del 65.

Lecciones fundamentales en las cuales apoyar un esfuerzo trascendente hacia un porvenir que bien puede calificarse de elemental supervivencia.



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