No quería tratar este tema pero, duele demasiado para callarlo

No quería tratar este tema pero, duele demasiado para callarlo

No quería tratar este tema pero, duele demasiado para callarlo

Porque… “Se nos ha dominado más por

El engaño, que por la fuerza”

A algunos hombres los disfraces

No los disfrazan, sino lo revelan.

Cada uno se disfraza de aquello

Que es por dentro.

K. Chesterton.-

         Pensando en lo dicho por W. Churchill, de que no tenía otra cosa que ofrecer a los ingleses que no fuese sangre, trabajo, lágrimas y sudor, tuve que romper lo que me había propuesto mil veces, de esperar un tiempo prudente para decir algo sobre la Policía Nacional o las Fuerzas Armadas, pero en realidad es algo prácticamente imposible. Por una parte, ellos mismos no se ayudan, principalmente la policía, pretendiendo continuar con un accionar desfasado y renuente a una verdadera transformación institucional.

         Y, por la otra parte, los mismos que se agrupan como jaurías para atacar a una víctima, los mismos que utilizan tanto a los policías como a los militares, cual si fuesen menos que papel sanitario y cuando así les conviene a sus intereses, no encuentran nada mejor que estas instituciones para hacer lo que mejor saben hacer; echar excrementos sobre lo que sea y contra quien sea.

         Son los mismos juristas y políticos, o ambas cosas a la vez, que mantienen su mente cavernaria y consideran que las instituciones militares y policiales piensan igual que ellos, todavía a esta fecha y quizás sea por lo que dice el viejo refrán, de que cada quien juzga por su condición, y no permiten que los militares y policías, como ciudadanos dominicanos al fin, puedan elegir con su voto a quien consideren que mejor pueda defender sus intereses. Alegan una supuesta debilidad en estos estamentos, sin concluir que si en verdad existe esta, es porque ellos mismos la provocan y aúpan y que quizás y aun sin quizás, que en estas instituciones exista más conciencia cívica y nacionalista que entre ellos mismos.

         Si hay violencia, la policía es la culpable; si la gente roba y asalta en las calles, es la maldita policía la culpable; si un mal policía o militar comete una indelicadeza, eso significa que esos organismos están podridos y claro, solo la población escucha una sola campana, porque hasta el poder defenderse en los medios, está prohibido. Y vaya usted a ver que ironía, que esto es producto de las acciones de los mismos protagonistas principales que producen las injusticias que conllevan a la violencia.

         Al  parecer, lo que funciona bien, hay que destruirlo, rebajarlo a menos que nada, para luego crear falsos héroes que vengan al rescate cual si fuesen algún tipo de Chapulín. Ahora el tema es la Dirección Nacional de Control de Drogas –DNCD-. Se han propuesto su destrucción, porque quizás y sin quizás es el primer organismo estatal que funciona y se supera día a día y al parecer eso molesta, hace daño.

         ¿Qué entra droga? Y continuara entrando “aun sea el propio Jesucristo quien baje a iluminarnos con su presencia divina”. Como entra en los países desarrollados, por las mismas causas y por el mismo mercado, por la misma oferta y demanda que reclaman los usuarios, entiéndase bien, la sociedad corrupta, la misma, como dice el poema, que permite y fomenta el cabaret, el mercado de las hembras.

         No es la DNCD quien trafica y consume la droga, muy por el contrario, es el organismo eficaz que dentro de increíbles limitaciones trata de poner la mayor cantidad de trabas para evitar el tráfico y consumo de la maldita droga. Es el organismo que más capacita y entrena su personal para esta labor; es el organismo que cada día –y sin cuento- trabaja las 24 horas del día para cumplir lo mejor posible su duro trabajo. Quizás por esto, es que hay que destruirla.

         Pero esta eficiencia al parecer no les gusta a muchos y, digo más; si hay juristas, fiscales o jueces serios y honestos, mayor o igual proporción los hay dentro de la DNCD. Si hay personal capacitado entre fiscales y funcionarios judiciales, lo mismo y en igual cantidad existe en la DNCD, entonces, si esto es así y así es, ¿Por qué no continuar el buen trabajo que se lleva a cabo, sin buscar el desgraciado y falso protagonismo, que por tanto tiempo nos ha mantenido hundido en la mediocridad institucional.

         Sé que con sus fallas naturales, la eficiencia de la DNCD pica y causa roncha pero, hay que evitar que la violen o prostituyan, que la  politicen,porque el final del gran final, todo se circunscribe a puro clientelismo político. Tendremos que continuar con este tema, claro, si no nos trancan o nos mandan un doloroso accidente que nos acalle, lo cual no dudo pero, tampoco temo. ¡Si señor!



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