El Partido Comunista Revolucionario de Brasil tiene su propio programa y su línea general, distintos y en muchos aspectos opuestos a las concepciones de la presidente Dilma Rousef. Pero ante lo que representa el candidato opositor Aécio Neves, ha supeditado esas diferencias a la necesidad de cerrarle el paso a lo peor y está llamando a votar por Dilma en las elecciones del próximo domingo 26.

Neves es el candidato de los grandes banqueros, los remanentes fascistas de la dictadura militar, la ultraderecha y por supuesto, el imperialismo.

Esas fuerzas han sido las que tradicionalmente han ejercido el poder en Brasil y como han creído su hegemonía debilitada por las administraciones de Lula da Silva y su continuadora, ahora vienen por la revancha.

Tratan de capitalizar el repudio a actos de corrupción ocurridos en esferas de la gestión estatal, y aprovechar también las insatisfacciones que laten en sectores populares, para recuperar su dominio indisputado y hacer lo que siempre han hecho desde el Estado.

Critican la corrupción en la empresa Petrobras, por ejemplo, no porque crean en el deber de adecentar la función pública, sino para minar la votación de Dilma y desde el poder hacer con la Petrobras lo que ya hicieron con el valle de Río Dulce, con la compañía Siderúrgica, los bancos del Estado y las empresas de telecomunicaciones; entregarlas a la voracidad del gran capital privado y los monopolios extranjeros, sostiene el PCR.

En relación con las conquistas sociales, un solo hecho presagia lo que vendría con el señor Neves. Dice él que de ganar las elecciones su ministro de Hacienda sería el caballeroArminio Fraga, un banquero insesible que al explicar las causas del bajo crecimiento del PIB lo atribuyó a lo alto que está el salario mínimo y los bajos intereses que, a su decir, están cobrando los bancos.

Las discrepancias de los camaradas con Dilma y su administración son conocidas, pero es el voto por ella la única vía para cerrarle el paso a Neves y las fuerzas sociales locales e internacionales a las que él sirve; fuerzas que, en materia de conquistas sociales y de libertades democráticas, le darían al Brasil un empujón mortal hacia el retroceso y el abismo. Los camaradas brasileños así lo entienden y se han inclinado inteligentemente ante la realidad.