Iberia Sumergida

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La economía española pierde energía por la debacle del euro. A todo esto hay que sumarle el efecto adverso producto del plan de ajuste anunciado por el nuevo poder ejecutivo encabezado por Mariano Rajoy; los informes sobre organismos oficiales tampoco ven luz al final del túnel, y como si fuera poco, una de las principales calificadoras de riesgo Fitch Ratings, avisa de una nueva bajada de la calificación de la deuda española, todo esto ennegreciendo las previsiones en el corto plazo.

El primer informe de un organismo oficial en este año fue del Fondo Monetario Internacional, la economía española retrocederá en 2012 un 1.7%, y 0.13% en 2013; otro informe que ha destruido la esperanza de una posible recuperación es del Banco de España, que prevé un retroceso del 1.5% para el 2012, reafirmando el deterioro de la situación en España, derivado de la crisis que golpea la zona del euro.

Uno de los sectores que alimentó la crisis fue el sector construcción, el cual ha sido duramente golpeado desde el 2008 luego de explotarse la burbuja inmobiliaria acentuada por la crisis subprime en Estados Unidos, habiéndose perdido hasta la fecha el 23.7% de las empresas constructoras, cuantificándose en más de 134,000; junto a una reducción del precio de las viviendas del 18%. Tengamos en cuenta que uno de los generadores de empleos en España es precisamente el sector construcción, especialmente para los inmigrantes.  

El emblema de la crisis ibérica es la continua pérdida de empleo. Según estudios independientes, este año podrían destruirse más de medio millón de puestos de trabajo, disparándose hasta alcanzar el 24%, lo que hundiría el consumo privado aún más, recalcando la crisis económica.

España tiene pendiente la reforma laboral, la recuperación de la confianza de los agentes económicos y el ablandamiento de las condiciones de financiación, factores que afectan las perspectivas de crecimiento.

Luego de la cohesión monetaria, es necesario pasar a una unificación fiscal, con organismos de supervisión comunes. Para salir de la presente crisis, hay que fortalecer los elementos de ayuda financiera para excluir el riesgo de una crisis de solvencia que podría afectar a los países periféricos; uno de estos elementos es darle más poder al Banco Central Europeo para que actúe como prestamista de última instancia, inyectando liquidez momentánea, estabilizando la financiación de la banca y los mercados soberanos de deuda. 



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