El PLD y el Partido Azul

El PLD y el Partido Azul

El PLD y el Partido Azul

Rafael Chaljub Mejìa

Un reciente artículo del brillante colega German Marte me hizo pensar en las semejanzas históricas entre lo que ha pasado en el Partido de la Liberación Dominicana y lo que ocurrió en el último cuarto del siglo diecinueve en el Partido Azul o Partido Nacional Liberal, fundado por el general Gregorio Luperón.

German comentaba el contraste abismal entre aquel PLD que proclamaba el compromiso con la revolución de liberación nacional, el de las prédicas sobre la moral escrupulosa y rectilínea que llevó a uno de sus más connotados dirigentes a proclamar que la sociedad se dividía entre peledeístas y corruptos, y el cuadro actual de ese partido, después de haber tirado sus viejas proclamas por la borda.

En un breve comentario que le envié al colega, le observaba que ya una inconsecuencia parecida había pasado antes, en el caso del Partido Azul.

El nacionalismo, que en esa época de lucha por la afirmación de la nación era una corriente progresista y patriótica; y el liberalismo, que significaba la democracia, eran las fuentes de inspiración de Luperón y sus compañeros entre los cuales se contaban figuras liberales tan señeras como Pedro Francisco Bonó.

Ese partido, que pretendía encarnar las aspiraciones progresistas de una incipiente burguesía y de las débiles capas de la pequeña burguesía urbana, ejerció el poder en varios períodos.

Con elecciones más o menos libres, transición normal del mando y acentuada presencia de elementos civiles en las más altas posiciones del Estado.

Mientras Luperón fue el jefe. Hasta que llegó Lilís, antiguo soldado restaurador, combatiente en la guerra de los seis años contra el anexionismo de Buenaventura Báez; ese Ulises Heureaux, lugarteniente de Luperón, se hizo con el poder por segunda vez en 1886, tomó bajo control y prostituyó al Partido Azul, redujo a la nada los ideales y la influencia de Luperón y lo mismo que ha estado haciendo el PLD con la herencia conservadora del balaguerismo, lo hizo Lilís al asociarse con los rojos conservadores que sobrevivieron a la muerte de Báez; barrió los principios originales del viejo partido, empezando con la alternabilidad en el poder, liquidó al partido mismo, y la promesa de avance progresista y democrático que representó aquella agrupación murió ahogada en las aguas negras de la corrupción, la represión y las injusticias que trajo consigo la degeneración de aquel partido en el poder.



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