El mundo está decepcionado con la “Pelea del siglo” entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao.

Se pensó en un viaje en primera clase, y todos se vistieron de frac, sin embargo, en realidad abordaron una guagua voladora como las que circulan por nuestras calles y avenidas, por lo que el paseo resultó todo un fiasco, entre los millones los millones de aficionados de todo el mundo.

En el caso de Mayweather, este corrió más que un potro debutante en una pista encharcada, como ya es su costumbre, y Manny no cumplió con las mínimas expectativas, porque pronosticó que produciría “vientos huracanados”, pero no produjo ni una leve brisita.

Y aunque se habló de una posible revancha si el resultado era cerrado, aquí ocurrió algo parecido a reuniones de comités políticos, donde las derrotas ya se producen por un amplio margen.

Ahí quedó demostrado que todo lo que brilla no es oro, y al igual que en la conquista, el pleito fue un intercambio de oro y plata por espejitos.

La gente no coge cabeza y estoy seguro que la embaucarán de nuevo con parafernalias de ese tipo, producto de una campaña mediática extraordinaria, a pesar de que ha sufrido una experiencia frustratoria y aleccionadora.

Reitero que esta no será la última ni la primera, pero pone a pensar al más creyente que el denominado «Combate del siglo», en realidad constituyó «El engaño del siglo».
Y que nadie dude que estos días anuncien “La revancha del siglo”.