En el interés de proteger a cada niño, se crearon los Derechos de los Niños. Cada niño tiene derecho a vivienda digna, tener un nombre y nacionalidad, alimentos, atención médica, educación, jugar y atención prioritaria en caso de peligro, entre otros derechos que todo ser humano merece.

Muchos de los derechos de los niños ayudan a protegerlos, incluso de sus propios padres y otros familiares, quienes deberían procurar el mejor desarrollo para sus infantes.

En contraste, en muchos casos son los primeros agresores. Estos derechos, además de resguardar su vida, también velan por su desarrollo emocional e intelectual.

Los derechos a una protección especial para que puedan crecer física, mental y socialmente sanos y libres, comprensión y amor por parte de las familias y de la sociedad son los dos elementos con los que hoy me quedo.

Amor y respeto son fundamentales en el sano desarrollo y convivencia de los seres humanos y aun más para los niños.

Es imposible sostener que amamos a otros cuando no los respetamos. Un hogar donde la violencia y el irrespeto verbal, emocional y económico conviven con el supuesto amor; es un hogar donde sus miembros no disfrutan de sus derechos.

Cuando los padres gritan e insultan a sus hijos bajo la excusa de corrección, lejos de mantenerlos sanos; crean heridas que probablemente nunca sanarán y que se ahondarán para crear personas inseguras y con baja autoestima.

Los adultos son temidos por los niños por la diferencia de estatura; cuando agregamos la violencia de las palabras y entonación, herimos profundamente a los chicos.

Si amas a tus hijos, aprende a corregirlos e instruirlos con amor, paciencia, y respeto, y eso mismo darán ellos a otros.